Cuando un mosquito me picó

Octubre 2018

Los mosquitos son parte de nuestro imaginario colectivo, en el que cumplen la función de súper villanos de la vida cotidiana. Son seres casi místicos. Aparecen al atardecer y al amanecer. Nadie entiende su comportamiento real más allá de molestar personas. Y aunque no lo parezca, son el animal que causa más muertes humanas.

No descarto que tengan alguna función en el ciclo de la vida y la cadena trófica pero en mi mente prima el sectarismo, marcado por una cruzada contra estos seres. Intentaré explicar mi relación con los mosquitos a través de tres historias aparentemente aleatorias.

Cuando hice el Interraíl con mi hermana. Durante las semanas que estuve viajando, prácticamente todos los mosquitos iban a ella. Dormíamos separados por un metro de distancia, pero de todas maneras ella se despertaba con las piernas llenas de picaduras y yo con un par a lo sumo. ¡Qué injusta es la vida! ¿Por qué la atacaban a ella y no a mí? Por esas épocas pensaba que era ciertamente inmune.

Cuando fui a Cuba. Apenas vi mosquitos en la isla excepto en Bahía Cochinos. Allí, al atardecer, nubes de mosquitos te avasallaban y tenías que estar alerta y meterte en casa rápidamente. Dormíamos con aire acondicionado para que estuviesen lejos.

Recuerdo de madrugada ir a orinar al lavabo y automáticamente salir corriendo por la cantidad de mosquitos que había acechando. Aun así, a mí apenas me picaban los mosquitos en comparación a otros amigos que viajaron conmigo.

Cuando fui a las Highlands escocesas. Bien conocidos son los Midges, unos mosquitos diminutas que te atacan sin parar. La picadura no es muy molesta, pero al atacarte en masa has de estar realmente prevenido: son muy molestos y pueden arruinarte fácilmente el día. Son un auténtico infierno y, como dicen los escoceses, son el auténtico monstruo del país (y no el pobre Nessie). Por suerte, no me atacaron igual que a otros amigos.

Visto así, la vida puede ser entendida como una lucha contra los mosquitos. Además, durante estas tres experiencias estos bichos voladores no me atacaron masivamente. Aguanté sin saber la razón. ¿No les gusta mi sangre? ¿Huelo raro? ¿Mi respiración es profunda? Hay gente con esa gran habilidad de repeler a los mosquitos, de la cual se sienten sumamente orgullosos. Mientras tus amigos están sufriendo luchando contra ellos, tú, tranquilamente, con tu poderío divino, resistes sin inmutarte: no gustas a los mosquitos. Yo creía que era uno de esos y lo enaltecía.

Hasta que volví a Barcelona. Desde allí, los mosquitos no han parado de atacarme. Día tras día, a todas horas. He estado luchando a capa y espada. Los mosquitos comenzaron a atacarme. Mi sangre parece haberse vuelto dulce, o quizás mi olor se ha vuelto más agradable. O soy un peely-wally (un paliducho). No lo sé. Mis poderosas habilidades dejaron de funcionar. Contra los mosquitos no hay solución. Así que si estás leyendo este artículo has de saber que nunca sabrás cuando comenzarás a gustar a los mosquitos. Pero tranquilo, ese momento llegará.

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Un midge