Libros en las fronteras de Europa

Diciembre 2019

Una de las aficiones que consolidé durante el viaje fue acudir a librerías y a bibliotecas.

Las razones son dos.

En primer lugar, para estudiar; estos lugares son tranquilos y hay libros que uno puede leer de manera gratuita.

En segundo lugar, para saber a dónde miran los países; buscaba ediciones en inglés o accesibles para extranjeros. Era una manera de ver como de accesible era el país para los que venían de fuera.

Los libros son mágicos. Son de los mejores acompañantes de viaje (leí varios durante). Me considero un aficionado a los libros.

A continuación se muestran fotografías sobre 15 lugares donde hay libros, en diferentes países a lo largo de las fronteras de Europa.

La biblioteca de El Sueco, en Gotemburgo (Suecia)

Juan, alias «El Sueco», tenía una extensa biblioteca, principalmente situada en su salón. Había libros de todo tipo; historia, novelas y filosofía. Destacaban los libros sobre marxismo. Había una gran cantidad de libros en sueco y en alemán, algunos en francés y ruso, y también muchos en español. Indagué en ellos. Me estuvo enseñando acerca de la revista popular de su pueblo, Quesada, donde había escrito algun que otro artículo (y mi abuelo también). Recuerdo un texto ficticio que leí que Juan escribió y que todo el pueblo le creyó, causando un gran revuelo.

El Sueco me habló de Ángel Ganivet, autor de la generación del 98 y diplomático, siendo el primer español en tener memorias escritas sobre los países nórdicos. Leí «Cartas finlandesas» de finales del siglo XIX y no me pareció que distara mucho de la realidad actual.

Academic Bookstore, en Helsinki (Finlandia)

Tras pasear un rato por Helsinki me fui en busca de una librería, para hacer algo de tiempo mientras esperaba a unos amigos. Academic Bookstore era gigantesca, silenciosa y bien iluminada. En primer lugar me dirigí a la sección de libros en inglés, donde había novelas y libros de historia y política. Todos ellos eran principalmente de ediciones inglesas y estadounidenses, y tenían los mismos precios que en esos países. Tenían muchas estanterías. Los finlandeses hablan muy buen inglés y miran al mundo exterior.

Luego fui a la sección de libros sobre Finlandia, y ojeé alguno de fotografía, hasta que por fin encontré uno de historia general, y estuve leyendo una hora. Había un café en el piso superior pero era muy caro, así que no consumí.

Biblioteca de Marko, Tallin (Estonia)

Marko fue un estonio que me acogió en su apartamento en Tallin. Era un día lluvioso, estaba oscuro y me costó encontrar el lugar. Su piso estaba al lado de un descampado.

Mi host era un tipo especial. Ya casi en sus cuarenta, me explicó que tras una «vida modélica», en la que estudió en Estados Unidos y se dedicó a la comunicación política para un partido, lo dejó todo para estudiar budismo en Tailandia. Así pues, desde hace diez años pasa las épocas invernales en una isla tailandesa, aprendiendo sobre la meditación budista. Hoy en día se dedica al coaching, y ayuda a introducir el mindfulness (la meditación budista para occidentales) en la vida profesional.

Marko era un tipo muy relajado, con una casa humilde, vegetariano, con pareos de budas por la casa y con música trance. Mientras hablábamos sobre religiones y política internacional, me explicó que cualquier persona independientemente de su religión podía adoptar postulados de la meditación budista e incorporarlos a su vida diaria. Me transmitió buenas sensaciones y me recomendó algún libro, por si quería conocer un poco más acerca del budismo.

Librería (no recuerdo el nombre), Riga (Letonia)

Llegué a Riga en autostop; me llevaron unos pastores protestantes que rezaron por mí. Lo primero que hice al arribar fue caminar, comprar unos bollos y un café en una panadería, hasta que encontré esta librería, cercana al centro de la ciudad.

Creo recordar que no había ni un título en inglés. Todo estaba en letón o en ruso. Parecía que había algún libro interesante de historia, pero era inaccesible para mí. Allí comencé a pensar que si quería viajar más libremente por el mundo postcomunista debía aprender ruso.

En Letonia noté un cambio importante. A diferencia de Estonia el inglés estaba menos presente, tanto en la gente como en sus libros. Luego, posteriormente, encontré algun lugar donde había libros en inglés.

Biblioteca Nacional de Letonia, Riga (Letonia)

Me costó llegar a la Biblioteca Nacional. Se encontraba al otro lado del río. Me metí por el lado equivocado y tuve que hacer malabarismos para llegar; no había pasos de peatones y el tráfico era caótico.

Al llegar había una estatua que expresaba calma y tranquilidad. Entré en la biblioteca, la más grande de la país con unos 5 millones de libros y paseé por el vestíbulo ya que no se podía acceder más allá. Estaba limpia y era bonita por dentro, mientras que por fuera parecía demasiado mastodóntica.

Había dos exposiciones gratuitas sobre la historia de la biblioteca, que fue fundada en 1919 tras la parcial independencia del país. Los planes de la nueva biblioteca databan de los años treinta, pero no fue hasta 2014 que se abrió este moderno edificio.

Librería Catarsis, Kaliningrado (Rusia)

Tras una búsqueda exhaustiva en Kaliningrado por fin encontré esta agradable librería, situada en el centro de la ciudad. Parecía la más moderna, o por lo menos la más accesible. Era tipo «hipster» y se podía tomar café en una terraza. Hacían presentaciones de libros.

Sin embargo, no encontré nada en inglés. Estaba todo en ruso. Solamente había algun libro de gramática de otros idiomas. Había muchos libros y parecían muy interesantes. La industria rusa parecía muy potente; era como un universo al que no podía acceder, pero quería. Eran muy baratos en comparación a las ediciones anglosajonas.

El ruso es un idioma poderoso y hegemónico, y la población rusa es principalmente monolingüe. El mundo exterior anglosajón queda más lejos; sus ideas y sus libros cuesta más encontrarlos. Cosas de la política internacional.

Mint Vinetu, Vilnius (Lituania)

En Kaunas conocí a una chica en un hostal, con la cual estuve «tocando» música, que me recomendó algún lugar en Vilnius. Le pregunté por librerías y me dio el nombre de ésta.

Una vez en la capital lituana, junto a una amiga japonesa que hice, fuimos a este café-librería. Era bonito, coqueto, con un buen y caro café. Yuriko, la chica japonesa, estaba enamorada de Cataluña. Su novio era catalán, como yo, y sabía palabras en catalán, cosa que me hizo mucha ilusión.

En otra ocasión volvería a esta librería en solitario.

Bukinist, Minsk (Bielorrusia)

En la capital bielorrusa me costó enormemente encontrar libros. Sobre Bielorrusia apenas había nada, y lo que había estaba en ruso. En aquel entonces solamente buscaba una novela para leer, nada en concreto.

Gracias a mi amiga Lera, que conocí mientras me tomaba una foto enfrente de una estatua de Lenin, logré encontrar algo. Me llevó a Bukinist, cerca del mercado de Minsk, y encontré algunos libros de segunda mano. Me compré uno de una niña esquimal que al final no acabé leyendo. Lo perdí en algún lugar.

Realmente, encontrar información de un país hermético como Bielorrusia era una ardua tarea.

Bookstore Ye, Lviv (Ucrania)

Al llegar a Lviv me fui directamente al centro de la ciudad, paseé y me detuve en una librería llamada Ye, que resultó ser una cadena.

Después de Rusia y Bielorrusia, el material se encontraba mucho más accesible. Había libros sobre Ucrania de ediciones anglosajonas. Ucrania recibe más turistas y pretende acercarse más a Europa. Luego había libros en ucraniano y ruso. Me dijeron que Lviv era la capital cultural de Ucrania.

En concreto, avisté un libro que me llamo la atención llamado «The Gates of Europe: A History of Ukraine». Me senté en un sillón y me puse a leer. Tenía muy buenos mapas y aprendí cosas de Ucrania muy interesantes, como su papel repeliendo a las invasiones nómadas que atravesaban las estepas euroasiáticas o su pasado cosaco.

Cărturești Brașov, Brasov (Rumanía)

Brasov fue una ciudad que no me gustó, ya que más allá de la montaña tenía poco atractivo, además de ser cara y muy turística. Así pues, fui a esta librería en busca de material y encontré un libro sobre Rumanía de Robert Kaplan, uno de mis autores preferidos.

Me pasé unas horas leyendo, fui a cocinarme una sopa de patata y tomate, y a la tarde volví a leer. Me leí el libro entero en un día. Robert Kaplan tenía una pequeña obsesión con el país; para él, que había vivido y visitado varias veces, Rumanía era una especie de experimento que combinaba el «comunismo ortodoxo» con la «latinidad».

Carturesti Carrusel, Bucarest (Rumanía)

En Rumanía la presencia de librerías era mayor que en todos los países que había visitado anteriormente. Encontrabas librerías de segunda mano, otras normales y otras más modernas. Y había libros en inglés, muchos de ellos a precios más accesibles de lo que creía. Además, volvía a ver alfabeto en caracteres latinos, por lo que sea hacía todo más fácil. Parecía que la cultura se promovía más!

Carturesti era una librería espectacular, preciosa, señorial. Tenía una gran bola del mundo colgada en el techo. Me pasé una hora leyendo en unos de sus sillones ojeando libros de política internacional.

Хеликон (Khelicon), Plovdiv (Bulgaria)

Fui a Khelicon a eso de las 5 de la tarde, para hacer tiempo mientras esperaba mi bus hacia Estambul, que salía a media noche. Llovía, estaba muy cansado y resacoso, por lo que busqué refugio allí.

Me puse a buscar libros y encontré algunos, pero finalmente pillé un Atlas y comencé a estudiar sobre la geografía de Turquía. Me senté en un sillón, y al cabo del rato una trabajadora me llamó la atención diciendo que estaba sentado en una mala posición. Me recoloqué para no causar inconvenientes.

Notaba que esa desagradable trabajadora me miraba, como si fuese un gorrón que leía gratuitamente. Media hora más tarde vino hacia mi y me quitó el Atlas de las manos agresivamente, y me invitó a irme de la librería. Protesté efusivamente y me fui muy enfadado. En general, el «servicio» en Bulgaria dejaba mucho que desear.

Mephisto Bookstore & Cafe, Estambul (Turquía)

Ese día en Estambul tenía ganas de estudiar. Primero fui al museo de la casa de Atatürk, pero estaba todo en turco. Era el único visitante, y entré en una pequeña biblioteca con cientos de libros de Atatürk, pero solamente encontré uno en inglés, de un diplomático argentino. Era una biografía muy bondadosa con el fundador del estado turco.

Luego fui a Beşiktaş, un moderno barrio de la ciudad, para visitar otro pequeño museo de Atatürk. Era gratuito y estaba todo, otra vez, en turco, por lo que prácticamente di media vuelta. Luego me tomé un café turco mientras leía el Corán. En Beşiktaş había un ambiente juvenil y progresista.

Mientras caminaba vi por casualidad la librería Mephisto y fui en busca de libros. Quería comprarme uno para que me acompañase en Estambul. Encontré varios, algunos de ediciones anglosajonas y otros turcos, mucho más baratos. Había buenos libros, muchos de ellos en inglés, sobre asuntos turcos. Pillé unos cuantos pero al final no adquirí ninguno; estaba esperando recomendación de algún turco.

Durante ese rato pillé «Chaotic Uncertainty: Reflections on Islam The Middle East and The World System» de Wallerstein, un autor de referencia para mí, y leí los capítulos dedicados a Turquía.

En Estambul se podían encontrar muy buenos libros.

Biblioteca SALT Galata, Estambul (Turquía)

Tenía este centro cultural al lado de mi hostal. Era un lugar señorial, antigua sede bancaria durante el periodo otomano, hoy reformado.

Se tenía que cruzar por un detector de metales. Creía que me pedirían carnet universitario, pero no (en otros lugares me habían rechazado por no poseerlo, como en la universidad). Entré y pillé un libro de una diplomática sueca sobre el paso al autoritarismo de Erdogan. Estuve leyendo un buen rato.

D&R, Ankara (Turquía)

Tras haber subido a Ankara Atakule, una torre desde la cual se contempla a la ciudad, Alex me llevó a esta librería, la mejor de Ankara según ella, situada al lado del lago de los cisnes, el único lugar en la ciudad donde está permitido beber alcohol.

La librería era grande y tenía varios pisos. Había variedad y muchos libros baratísimos en inglés, pero excesivamente propagandísticos del gobierno turco. Pensé que podrían ser interesantes para conocer una visión de Turquía, pero finalmente compré uno del mejor novelista turco contemporáneo, Orhan Pamuk.

Batumi y el desarrollo

Mayo 2019

Batumi es la capital de Adjaria. Está situada en la costa del Mar Negro, al lado de Turquía.

Tiene imponentes edificios y rascacielos que se ven desde lejos. Uno de ellos es una imitación del Coliseo de Roma y otro es la Casa Blanca del revés, que funcionan de restaurantes o hoteles.

La Casa Blanca del revés.

Por la noche, un gigantesco compendio de luces ilumina la ciudad, haciéndola brillar horteramente. La luz ejerce como símbolo del desarrollo. El horterismo necesario.

Si brillas, las cosas te van bien.

Batumi podría ser un ejemplo de progreso. La velocidad en la que se ha desarrollado todo es impresionante. En apenas veinte años, Batumi se ha convertido en una ciudad poderosa. Los rascacielos son un sinónimo de modernidad y capitalismo, pero también ejemplos de deuda, corrupción y especulación. 

Con los rascacielos siempre pensaba en Dubái, en Benidorm o en Nueva York. ¿Cómo estos árabes han construido tales rascacielos en tan poco tiempo y sobre un clima desértico? ¿Cómo Benidorm, una de las ciudades con más densidad de rascacielos del mundo, era que era un gran ejemplo de planificación urbanística? ¿Cómo Nueva York representaba el símbolo del capitalismo?

Una vez un argentino -con su casual verborrea- me dijo que Europa está para pasear.

Que está muy bien ver trozos de piedra como la Sagrada Familia o Notre Dame o museos, pero que le aburría, que había poca diversión.

Rascacielos en Batumi

En Europa hay poco que hacer, y hay un mundo ahí fuera con ganas de ladrillos (principalmente de mala calidad). Y con ganas de subirse al carro del progreso.

Batumi me producía esas dudas. Era un lugar donde había cosas que hacer para los jóvenes, las generaciones futuras. Al final, consistía en ofrecer cines y discotecas.

Tenía un moderno litoral, gigantescos parques verdosos y lagos. Todo estaba perfectamente cuidado. Tenían incluso un servicio de Bicing.

El bulevard de Batumi estaba lleno de estatuas, fuentes y edificios deslumbrantes. Los parques tenían diferentes zonas, como una parte japonesa.

El Jardín Botánico, situado a unos kilómetros de la ciudad, es impresionante y alberga árboles de todos los lugares.

Vistas desde el Jardín Botánico.

La Torre del Alfabeto, de 130 metros y uno de los símbolos de la ciudad, emerge por la noche iluminando de verde a la ciudad con el alfabeto georgiano, que si quieres leerlo entero tienes que darle una vuelta a la manzana.

A la vez, hay otros enormes edificios y hoteles de empresas internacionales como Sheraton, en la cual yo trabajé de camarero en Edimburgo.

El McDonalds era impactante y parecía una nave especial. En su papel de embajada americana se había convertido en un centro social donde pillar Wi-Fi.

Embajada de Estados Unidos en Batumi.

Me preguntaba quién ponía el dinero. ¿Quién estaba invirtiendo en Batumi? ¿Turquía, Rusia, Estados Unidos, Alemania?

Al pasear por ahí se veían a edificios abandonados. Enormes, pero sin gente. Quizás se debía a que estábamos en mayo, pero la sensación era como si se tratase de un fake.

Me explicaba una amiga georgiana que Batumi tenía muchas cosas positivas para los jóvenes, pero que estaban haciendo cosas vergonzosas, construyendo a diestro y siniestro enormes edificios de mala calidad.

Un armenio me decía que la ciudad era exactamente igual que la rusa Sochi. Se trataba al fin y al cabo del mito del progreso. Del desarrollo mediante el ladrillo, de la promesa del capital.

Georgia tiene el ojo puesto en Europa.

En Batumi dormí en un pequeño y feo hostal por tres euros.

Siempre recordaré la conversación que tuve con una amiga de Azerbaiyán acerca del desarrollo.

Me decía que los rascacielos eran sinónimos de modernidad, de progreso, de trabajo para la gente. Me decía que como venía de un país desarrollado no podía entenderlo.

¿Y cuál es tu sueño?

You are from a developed country, Martin.

Asentía, y llevo pensando hasta hoy.

El espíritu de Ali y Nino

Mayo 2019

La reconocida novela Ali y Nino (1937) del misterioso Kurban Said ejemplifica a la perfección esa alma caucásica. El libro trata de una relación amorosa entre una princesa georgiana, Nino, y un aristócrata azerbaiyaní, Alí. Se desarrolla en el periodo que va desde finales de la IGM (1918) hasta la invasión rusa de Bakú.

El contexto en el que nos sitúa Said es apasionante: un Bakú cosmpolita y próspero, consciente de su poderío petrolífero. En esos andares, grandes acontecimientos internacionales suceden prácticamente al mismo tiempo, y esta joven pareja se encuentra entre medio. 

A lo largo del libro se exploran los diferentes tópicos entre Europa y Asia.

Nino encarna más la visión europea, deseando irse a vivir a Berlín o París. En cambio, Alí prefiere irse a Moscú o Teherán, mostrando una idea más asiática. Se abordan cuestiones como el alcohol (el cual Ali, musulmán, lo ve como una degradación del hombre), el velo (el cual Nino, cristiana ortodoxa, se siente irritada e indefensa por haber de llevarlo en Irán) y los papeles del hombre y la mujer (Nino ruega a Ali que no vaya a la guerra). 

Estatua de Ali y Nino en Batumi.

Ali y Nino es al fin y al cabo una representación de la cosmovisión caucásica, que a lo largo de mis estancias en Georgia pude contrastar. El libro me acompañó enormemente en mi visión sobre el terreno. Prácticamente los mismos debates de hace un siglo siguen estando presentes, y estos muchas veces pueden servir para aproximarnos a Europa o Asia, una distinción imposible de distinguir, y por tanto tremendamente politizada.

La eternidad de este debate no es únicamente una cuestión caucásica. Se puede decir lo mismo de Estambul, Sarajevo o Moscú.

Pregunté a varias de mis amigas georgianas y azerbaiyanas acerca de la novela, así como estuve charlando sobre el concepto de Europa, Asia y su identidad. La variedad de las personas con las que charlé al respecto fue enorme y pude encontrar visiones muy diferentes. Algunas eran modernas, otras más tradicionales e incluso otras pertenecían a minorías étnicas.

Una chica azerbaiyaní me decía que Azerbaiján estaba en Asia, y que por lo tanto, era asiática. Las fronteras están delimitadas por Rusia e Istanbul, me decía. Otra me dijo que creía en Dios, pero que no era muy religiosa, y que en Azerbaiyán las nuevas generaciones se estaban aproximando hacia Europa. Otro chico me confirmaba su ateísmo.

Respecto a las georgianas, una de ellas, perteneciente a una minoría, me dijo que se sentía asiática. Otra que se sentía más europea, y otra que Georgia estaba cada vez más mirando hacia Europa. 

Creo que para definirse europeo o asiático uno tiene que saber primero que es Europa o Asia.

La primera constatación es que son continentes, grandes extensiones de tierra divididas por la geografía. Pero con el caso de Eurasia, la división geográfica no existe.

Puede que Francia sea Europa y China sea Asia, pero ¿qué pasa con toda es gran cantidad de países que deambulan entre medio y se ven sometidos a los delirios de las grandes potencias?

El Cáucaso es euroasiático.

La venganza de la geografía

Mayo 2019

La venganza de la geografía (2012) ofrece realidades muy incómodas que gran parte de los académicos y periodistas no se atreven a mencionar. Una de las tesis de Kaplan es que la geografía fue olvidada durante los años noventa, cuando la URSS se descompuso y múltiples guerras estallaron. En ese momento, Estados Unidos y Naciones Unidas creían que podían modelar el mundo a sus anchas.

Occidente, marcado por los valores del racionalismo, el humanismo, la ilustración, la democracia y los derechos humanos, creía que la tecnología y el progreso traerían seguridad y desarrollo a los países pobres. No obstante, Kaplan se muestra dudoso al respecto y pone su foco en la geografía y la historia. Accidentes geográficos como una montaña, un mar o un desierto o las herencias históricas imperiales, tienen profundos efectos en la creación –y el destino- de los estados nación modernos. Es decir, estas características ayudan –o más bien moldean- a dividir o unir comunidades humanas.

En la primera parte del libro, llamada “Visionarios”, Kaplan explica las teorías de Mackinder y la Isla Mundial, y analiza otros autores como Spykman, McNeill, Mahan, Hodgson, Morgenthau, y Kissinger, todos ellos conservadores británicos o estadounidenses (muchos de ellos migrantes europeos a Estados Unidos), e incluso también se apoya en Heródoto y finalmente en el marxista francés Braudel.

Muchas de estas teorías fueron esenciales para las potencias occidentales a lo largo del Siglo XX, pero en la actualidad Kaplan afirma estas doctrinas están siendo aplicadas por potencias como China, con su obsesión por dominar Asia Central (el centro de la Isla Mundial de Mackinder), o India, con su voluntad por ampliar su poderío naval (aspecto esencial de las teorías de Mahan).

La isla Mundial de Mackinder vía https://juvcritica.wordpress.com/2018/01/12/cinturon-y-ruta-el-proyecto-chino-para-la-dominacion-geoeconomica-de-eurasia/

Los “geopolíticos” son aquellos autores que intentan analizar el mundo de acuerdo a la geografía (el medio ambiente) y la política (los estados). 

Robert Kaplan, pese a su heterodoxia, defiende la doctrina geopolítica -profundamente realista-, aunque puede ser utilizada de manera perversa como la Alemania nazi. La geopolítica por tanto va más allá del entendimiento del ciudadano medio y su advertencia es clara.

Comúnmente olvidamos el factor geográfico y la consecuencia que tiene ésta en la relación entre actores a nivel mundial. Y pese a lo que ocurre con el cambio climático, la geografía sigue siendo prácticamente la misma desde el inicio de las primeras civilizaciones en Mesopotamia.

La segunda parte del libro analiza el mapa mundial de nuestro presente.

 Las regiones más importantes del mundo son las que componen Eurasia, por lo que África y América Latina quedan en segundo plano (aunque veremos si es así en el futuro: tendremos que ver qué ocurre con la migración subsahariana hacia Europa, por ejemplo.).

El proceso globalizador actual, a diferencia del de Marco Polo, hace que el tiempo y el espacio se compriman al máximo, y que las cosas que ocurran en el otro lado del mundo nos afecten directamente (interdependencia). Así pues, Europa, Rusia, China, India, Irán y el legado del Imperio Otomano son los mundos a tener en cuenta.

 El conflicto -o la cooperación- se encuentra en el corazón de Eurasia, pero ¿cuál es exactamente este corazón de la Isla de Mackinder? Posiblemente Asia Central, una región dominada por lenguas túrquicas, influido por el poder político ruso y cada vez más interconectado a China por sus poderosas inversiones.

El autor, con su visión de estratega geopolítico, habla constantemente del “Gran Oriente Medio” o “quadrilátero mundial”, un término acuñado durante el legado de George W. Bush y que hace referencia a una región triangular con sus ángulos en Marruecos, Somalia y Asia Central, y que está caracterizada por su inestabilidad.

Gran Oriente Próximo via Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Gran_Oriente_Medio

En este triángulo convergen persas, turcos, árabes y kurdos principalmente, y que todos ellos excepto los persas formaron parte del Imperio Otomano, pero ahora nos preguntamos quién domina el mundo musulmán ¿Los turcos, más avanzados y cercanos a Occidente? ¿Los iraníes mesetarios, que son un país milenario? ¿Los árabes del desierto, que nunca han tenido una gran potencia? La descomposición del Imperio fue hace más de 100 años, pero los efectos siguen estando muy presentes. El mundo actual se parece mucho al de la Primera Guerra Mundial.

En el centro de este triángulo Estados Unidos priorizó su política exterior, invadiendo Irak y Afganistán en la década de los 2000. Sin embargo, los estadistas estadounidenses consideran que ahora es momento de centrarse en contrarrestar el poderío chino, sacándole provecho tanto al continente euroasiático como al Mar de la China Meridional. Estados Unidos se está retirando de Siria y Afganistán. En esencia, el giro hacia Asia fue una estrategia iniciada en la era de Obama, que ahora sigue Trump con la guerra comercial con China y la lucha contra la Ruta de la Seda. 

En el norte de Eurasia se encuentra otra gran potencia histórica: Rusia. Para el gigante del norte, la geografía es un enemigo y un aliado al mismo tiempo. Sus aguas congeladas por el norte y sus enormes estepas por el sur, así como su riqueza en recursos naturales, hacen de Rusia una potencia única. Sus fronteras, volátiles e incontrolables, hacen al país muy difícil de controlar, pero veremos qué rol tiene en el juego euroasiático, es decir, en su relación con Europa del Este, Cáucaso, Asia Central y China, y cómo proyecta su política exterior más allá de sus fronteras.

Si el “cuadrilátero mundial” está marcado por los conflictos permanentes derivados de la geografía y la historiaIndia y China, divididas por las montañas, son las potencias que determinarán el futuro de Eurasia. Ambas crecen económicamente a un ritmo abrumador y suman 2.700 millones de personas, aproximadamente un 35% de la población mundial.

China ya ha iniciado su gran proyecto de la nueva ruta de la seda y está afrontando grandes problemas en la actualidad, aunque su dominio mundial es cada vez mayor. Mientras que la China próspera se asienta en las tierras fértiles del Pacífico, en el Xinjiang, separado por el desierto del Gobi, habitan los Uigures, que comparten grandes similitudes con muchos pueblos de Asia Central; son de ascendencia turca y su fe es el Islam. 

China seguirá afrontando sus retos en el disputado Mar de la China Meridional, y con Taiwán, Tíbet, Estados Unidos, la frontera rusa y Corea del Norte, y por no hablar de los efectos que puedan tener sus inversiones en lugares más lejanos como en África.

La Antigua Ruta de la Seda. Vía: https://www.imagenesmi.com/im%C3%A1genes/muslim-history-timeline-ac.html

Por otra parte, India aún está en un nivel de desarrollo mucho menor, y va camino de convertirse en gran potencia. La geografía le acompañará en el futuro, ya que se encuentra en un “subcontinente” con tierras fértiles y habitables. Ayudada por las calientes aguas del Índico, es cuestión de tiempo que comience a expandirse por los mares con más rapidez. Su delicada situación con Pakistán (el sexto país más poblado del mundo, con 200 millones de habitantes), y su enemigo acérrimo, no da muestras de arreglarse, al igual que la convivencia entre musulmanes e hinduistas. La frontera de Kachemira, con montañas de más de 7000 metros de altura, es una de las regiones más peligrosas del mundo, y en ella convergen Afganistán, Pakistán, India y China.

Tras sus análisis de Eurasia, cabe decir que, pese a su calidad argumental, su visión del mundo está articulada en La anarquía que viene, un famoso artículo que publicó en The Atlantic en el 1993.

Kaplan cree que el mundo pobre o subdesarrollado está condenado al caos y a la violencia, y muchas de sus previsiones de los años noventa se han cumplido. Este mundo que describe es difícil de determinar, pero podría ir de Sarajevo a Pekín, de Rabat a Bangkok, y de El Cairo a Johannesburgo.  Más allá de este mundo anárquico, Kaplan advierte que Estados Unidos no puede olvidar su frontera Mexicana: el muro que propuso Trump que tan criticado fue se acabará convirtiendo en una dramática realidad.

Eurasia

Su obsesión es desgranar los conflictos étnicos y religiosos de los lugares que va visitando en su carrera de periodista y viajero, hasta acabar convirtiéndose en un analista geopolítico de primer nivel. Polémico por naturaleza pero cada vez más vinculado al poder estadounidense y a sus intereses. Es obvio que su cosmovisión es fruto tanto de su identidad de judío estadounidense como la de una persona que ha entrevistado a personalidades políticas de todo el globo. Con sus ojos ha visto lo mejor y lo peor de este mundo. Su excesivo determinismo geográfico es la gran crítica que se le puede hacer.

Robert Kaplan es un firme defensor de la idea estadounidense del mundo, en el que la democracia y el libre mercado son empresas que debe exportar. Entre otras, justifica la invasión de Irak y el bombardeo de la OTAN en Belgrado, siempre determinado por los intereses estadounidenses y occidentales, que según él, están casi condenados a ser universales. Kaplan es también un orientalista, y claramente un autor que identifica el mundo occidental con un Nosotros y un mundo oriental con un Otros (¿Subdesarrollados? ¿Antidemocráticos? ¿Menos seculares? ¿Peores condiciones geográficas?).

En mi humilde opinión, Kaplan ilustra con claridad la política exterior estadounidense, una de las disciplinas más estudiadas en el mundo. Por muchos textos que hubiese leído en la universidad estudiando relaciones internacionales, al final el periodista Kaplan es un ejemplo de un neorrealista convencido: el mundo es anárquico (no hay autoridad central) y el Sistema Internacional está determinada por su estructura. Y en ese caos que impera y que viene, Estados Unidos juega sus cartas desde su protegida isla americana. 

José Mota nos muestra que China ya está aquí

Enero 2018

Desde que soy pequeño, o bien desde que tengo uso de razón, siempre he seguido a José Mota. Recuerdo esos  viernes noche dedicados a ver con mi madre y mi hermana Cruz y Raya, disfrutando de Blasa y el Morito Juan, así como tantos otros personajes creados y parodiados por el dúo de José Mota y Juan Muñoz.

A esa edad temprana, la mayoría de cosas seguramente no las entendía, pero la inocencia y la risa del niño que había en mí me hacían disfrutar. 

Cruz y Raya, tras veinte años de emisión, se separó. Por lo que los humoristas decidieron emprender sus caminos en solitario.

Unos años más tarde, José Mota volvió con La hora de José Mota, con nuevas ideas y divertidos personajes, como el Cansino Histórico y el Tío La Vara. Y cual fan, seguí viéndolo, esta vez con un mayor entendimiento. De vez en cuando me pongo algún sketch antiguo, para reírme y evocar gratos recuerdos.

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Juan Muñoz y José Mota. El dúo histórico de Cruz y Raya.

Además de esto, José Mota también dirige el especial de nochevieja, en la que en el reciente fin de año se emitió Bienvenido Mister Wan-Da, una divertida película basada en que la trama política formada por los cuatros grandes (Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera) y el Rey Felipe VI intentan convencer a Wan-Da (un empresario chino) para que invierta dos billones de euros en España. 

El plan que tienen es contratar a José Mota para que realice un documental para convencer definitivamente a los chinos de la inversión.

El humorista es viral en China debido a un vídeo relacionado con una farola, con la que se choca repetidamente.

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Wan-Da, nuevo rey de España.

El argumento es sumamente interesante. 

Está centrado en China, el principal socio comercial del mundo y el rival geopolítico de Estados Unidos en el sudeste asiático. 

Los chinos, desde la mitología popular española, son vistos como seres extremadamente trabajadores y con una capacidad de generar dinero impresionante, penetrando en todas las esferas de la sociedad y en todas las regiones del mundo. 

Están en los mercados, son silenciosos. Hacen sus estudios, desembolsan el maletín y se ponen a invertir. Los chinos están produciendo infraestructuras a lo largo del mundo. Desde las macro ciudades industriales en China, pasando por África (en la que son los mayores inversores), hasta la construcción de uno de los proyectos más ambiciosos de su política exterior: la Nueva Ruta de la Seda.

José Mota pone en evidencia el desconocimiento acerca de la sociedad y el quehacer chino que hay en España y, en general, en todo Occidente. Es por ello que el Rey propone a los líderes políticos estudiar en profundidad sus costumbres, para lograr unas mejores relaciones con el país.

En Occidente lo chino está creciendo, desde la gente interesada en su lengua hasta los institutos de estudios que analizan su política exterior. Esto refleja un interés, cada vez mayor, de lo chino, una anticipación de lo que viene. O más bien una adaptación de lo que hay, ya que lo chino hoy en día son oportunidades económicas para cualquiera.

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Reuniones secretas entre José Mota y el Felipe VI

A mi parecer hay un gran problema de perspectiva sobre aquello que llamamos Oriente, debido al eurocentrismo –u occidocentrismo- que impera en nuestras mentes. Tanto Oriente Medio como el Lejano Oriente (China y sudeste asiático) están completamente estereotipados e imaginados de manera arcaica. 

Y más allá de lo que conozcamos, estos miles de millones personas son muchos más que los Occidentales y cada vez solicitan con ansia sus ganas del trozo de pastel en el mundo.

Sin ir más lejos, en Asia viven 4.600 millones de personas, mientras que en Occidente viven aproximadamente 1.000. Quizás deberíamos seguir relativizando culturalmente y entender que existen otras culturas en el mundo que actúan y ven el mundo diferente a nosotros, y que sobre todo, que cada vez tienen más importancia, y nosotros, por tanto, cada vez menos. Es un hecho: el protagonismo de Europa en el mundo que se está conformando es cada vez más irrisorio.

Por ello, el Rey y sus secuaces intentan buscar como sea la inversión china. El dinero es lo que necesitan, el cual va acompañado de una serie de condiciones, materializadas en presiones y deudas eternas e impagables. 

Básicamente como lo que hace Alemania con las economías del sur de Europa: O hacéis lo que os digo o os dejo de prestar dinero.  Y prestar significa que a largo plazo me tendréis que pagar, cueste lo que cueste.

Dichas presiones se ven constantemente a lo largo del especial, poniendo el máximo ejemplo de la farola antes mencionada, que hace al hijo de Wan-Da -un infantiloide ricachón y caprichoso- reírse a carcajadas. Las farolas aparecen en todos los sketches de la película que está rodando José Mota, para convencer a los chinos de la inversión. 

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José Mota chocándose con la farola

Más allá de la temática china también hay múltiples escenas en las que se habla de los típicos problemas españoles, siempre remarcando el toque político y el espíritu progresista del humorista español. Sea el procés, sea el machismo imperante en los medios de comunicación, sean los rifirrafes entre Juan Carlos Monedero y Eduardo Inda o las dificultades de acuerdos entre los cuatro líderes de los principales partidos.

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Los cuatro grandes de la política española

La película acaba con la coronación pública de Wan-Da, aunque en realidad se trata del Rey Felipe VI con una máscara.

Es decir, los chinos invierten en España y, además, la coronación resulta ser falsa, en la que el complot de las altas esferas españolas vence a los chinos,  gracias a una jugada maestra. Con todo esto se muestra la dualidad de la política internacional entre amigos y enemigos, en la que al final priman los intereses nacionales. 

La película de José Mota nos muestra también el futuro devenir y la disputa –o cooperación, según se mire- con la todopoderosa China, cada vez más presente.  Y el humor, al fin y al cabo, nos puede servir para entender nuestra realidad y las relaciones internacionales.