Valoraciones sobre «Viaje por la última frontera de Europa»

Enero 2021

Luego de más de seis meses de la salida de mi libro “Viaje por la última frontera de Europa”, me gustaría compartir algunos de los comentarios y valoraciones que he recibido. Son mensajes recibidos a través de Amazon, Goodreads y otras plataformas.

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«Ese era en esencia el espíritu del viajero apátrida: flotar en un mundo que parecía no tener fronteras, pese haber cruzado tantas».

Un diario de viajes muy especial que entremezcla las aventuras y experiencias personales del autor con pinceladas de comentario histórico-político. Cada capítulo supone una nueva aventura en un país distinto: Suecia, Estonia, Finlandia, Bielorrusia, Ucrania, Chipre… y en cada uno de ellos aprendemos más sobre el viajero, sobre sus encuentros y fortuitas amistades y, por supuesto, sobre el contexto del país y las vidas e inquietudes de algunos de sus habitantes. Al final, lo que pretende no es sino descubrirnos lugares que no sabíamos que existían o de los que conocíamos poco más que su nombre.

‘Viaje por la última frontera de Europa’ consigue, gracias a la «inocencia del viajero» y la honestidad que desprenden sus páginas, mostrarnos, sin juicio alguno, otra parte del mundo muy diferente al que estamos acostumbrados.

De Ana Gracia

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Un libro especial y espectacular, escrito en un lenguaje sencillo para que todos los que no sabemos mucho de política ni conocemos esos países más que x lo que vemos en la tele o nos cuentan podamos verlos a través de sus ojos. Su escritor @barrio.viajero ha ido explicando su periplo por su cuenta de #instagram y ya me pareció interesante hasta el punto de hacerle preguntas que me respondía siempre con paciencia y buen humor. Un libro que cumple mis 3 requisitos para cualquier buen libro que se precie #leeydisfruta #leeyaprende #leeyviaja Completamente recomendada su lectura.

De Meraki Agudo

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Muy entretenido y fácil de leer, recomendable para cualquier persona. A parte de narrar lo que le acontece durante el viaje lo complementa con la historia, cultura, costumbres, consejos y curiosidades del país. Además, nos contagia sus ganas e interés de conocer países y a los «camaradas del mundo» abriendo la mente y reflexionando sobre sus vivencias.

En conclusión, un excelente libro para «viajar» sin salir de casa en estos tiempos de confinamiento.

Cristian

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Uno de los libros que más he disfrutado leyendo desde hace mucho tiempo. Hay quien puede pensar que su lectura puede resultar algo tediosa, pero no puede estar más equivocado. La manera de escribir del autor hace que su lectura sea relajada, para todos los públicos. Este libro me ha permitido teletransportarme a los lugares que describe Martín (@barrio.viajero) y conocer más acerca de culturas desconocidas para mí hasta el momento. Ha sido un viaje inolvidable.

Adri Torres

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Entretenido libro del periplo de Martín Madridejos por esos países entre Europa y el resto del mundo que, a veces, no sabemos ni deletrear, ni ubicar. Sabe introducir muy bien la historia de cada país y sus circunstancias. Con buenas citas escogidas, como esta para describir la situación política de Turquía:

«Turquía, un estado postimperial que aún está en proceso de redefinir su identidad, va en tres direcciones: a los modernistas les gustaría ver que se convirtiese en un estado europeo y, por lo tanto, mirar hacia el oeste; los islamistas se inclinan hacia Oriente Medio y al mundo musulmán y, por lo tanto, miran hacia el sur; y los nacionalistas de mentalidad histórica ven en los pueblos turcos de la cuenca del mar Caspio y Asia Central una nueva misión para una Turquía regionalmente dominante y, por lo tanto, miran hacia el este», de Zbigniew Brzezinski.

¿Quién es D.? 😉

Abre y cierra el libro las conversaciones con Juan Martínez el Sueco, el maestro que estuvo allí.

Montse Madridejos

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Pues ya puedo decir con cierto orgullo que he devorado el libro del compañero @barrio.viajero, una auténtica joya a la hora de conocer los difusos límites orientales de Europa. Desde el norte escandinavo hasta el corazón del Kurdistán turco, esta lectura nos ofrece una serie de reflexiones interesantes sobre el pasado, el presente y el futuro de nuestro continente, con un sinfín de anécdotas y la descripción de personajes diversos que hacen todavía más ameno y fresco el relato. Tal y como afirma el autor, «no hay nada como ver la realidad con tus propios ojos y extraer tus propias conclusiones».

Jordi Peralta

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Curiosa ruta por una parte de la Europa del Este tan poco conocida como fascinante narrada por el autor de manera sencilla y entretenida con buena aportación histórica y de los encuentros y visitas que realiza.

Cyranodejavier

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Es un excelente libro que mezcla viajes, análisis y anécdotas. Madridejos es un talento joven a seguir y apoyar.

José Antonio Chozas

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Trepidante. Descubrí el libro en el confinamiento y ha sido un placer leerlo. Muy buena opción para regalar!

Paco Espinosa

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Viaje por la última frontera es un muy buen libro de aventuras para conocer la política actual de países como Suecia, Finlandia, Estonia, Letonia, Rusia, Lituania, Bielorrusia, Ucrania, Moldavia, Rumanía, Bulguaria, Turquía, Chipre y Malta.

Martín Madridejos tiene una escritura y una narración única que en tiempos de Covid-19 me ha permitido viajar por todos esos países.

Xavier Blanco

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A pesar de que traten de encerrarnos en límites fronterizos -más o menos visibles o estrictos según nuestros privilegios-, el movimiento y la pasión por descubrir son características ancestrales del ser humano. El movimiento, la migración y el viajar son parte de nuestra esencia. Pero hay muchas vidas, distintas formas de vivir, y, en consecuencia, distintas formas de movimiento.

Este libro, una ópera prima de Martín Madridejos, a mi parecer, es un relato de quienes viajamos para construir respuestas -las cuales suelen ser más y mejores preguntas-. Respuestas a nosotros y al mundo que nos rodea: política, tradición, cultura y dilemas vitales y experienciales. Respuestas fruto de «barrioviajar»: conversar, callejear, perderse y observar.

A su vez, es un relato humano, sin grandes pretensiones, por unas tierras comúnmente desconocidas, sometidas a un proceso de cambio profundo -tras la caída del Telón de Acero- hacía un presente y futuro incierto: los países que conforman las fronteras entre el continente europeo y asiático.

La improvisación y curiosidad viajera, junto con las contradicciones, cambios convulsos e incertidumbre de Europa del Este y Eurasia, hacen de este relato una ventana a reflexiones y procesos de empatía para aventureros/as reflexivos/as, amantes del movimiento y del aprendizaje constante.

Te invito a leer este relato, vincularlo con tus experiencias y reflexiones y nunca dejar de hacerte más preguntas.

Marina García

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Me ha gustado mucho el libro, muy dinámico y das una descripción sencilla pero muy completa de los lugares.

Castro “Elsolo”

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He acabado tu libro y quiero felicitarte. Me ha gustado mucho. Me ha resultado entretenido y además me ha dado información que desconocía…..soy un poco inculta ya sabes que a los de ciencias nos pasa un poco. Un abrazo.

Rosa

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Es una mezcla de reflexión sociopolítica y búsqueda interior. De hecho, no se diferencian una de otra, siendo ambas el canal de expresión por el qué el autor nos guia por sitios que, aún siendo en Europa ,parecen tanto de otra parte, de otro mundo.

Lo pondría en la sección de libros realistas, cuál dietario de un explorador del siglo XIX, solo que esta vez es por Europa, el explorador tiene apenas 25 años y aunque no lo parezca, todo lo que se nos muestra es el crudo siglo XXI.

El enorme catálogo de citas de distintos escritores y pensadores que se observa en la obra es una delicia para entender de donde se informa este autor tan sincrético a la hora de esclarecer sus neblinas de juicio.

Demasiado recomendable para dejarlo pasar, joder

Otto

Libros en las fronteras de Europa

Diciembre 2019

Una de las aficiones que consolidé durante el viaje fue acudir a librerías y a bibliotecas.

Las razones son dos.

En primer lugar, para estudiar; estos lugares son tranquilos y hay libros que uno puede leer de manera gratuita.

En segundo lugar, para saber a dónde miran los países; buscaba ediciones en inglés o accesibles para extranjeros. Era una manera de ver como de accesible era el país para los que venían de fuera.

Los libros son mágicos. Son de los mejores acompañantes de viaje (leí varios durante). Me considero un aficionado a los libros.

A continuación se muestran fotografías sobre 15 lugares donde hay libros, en diferentes países a lo largo de las fronteras de Europa.

La biblioteca de El Sueco, en Gotemburgo (Suecia)

Juan, alias «El Sueco», tenía una extensa biblioteca, principalmente situada en su salón. Había libros de todo tipo; historia, novelas y filosofía. Destacaban los libros sobre marxismo. Había una gran cantidad de libros en sueco y en alemán, algunos en francés y ruso, y también muchos en español. Indagué en ellos. Me estuvo enseñando acerca de la revista popular de su pueblo, Quesada, donde había escrito algun que otro artículo (y mi abuelo también). Recuerdo un texto ficticio que leí que Juan escribió y que todo el pueblo le creyó, causando un gran revuelo.

El Sueco me habló de Ángel Ganivet, autor de la generación del 98 y diplomático, siendo el primer español en tener memorias escritas sobre los países nórdicos. Leí «Cartas finlandesas» de finales del siglo XIX y no me pareció que distara mucho de la realidad actual.

Academic Bookstore, en Helsinki (Finlandia)

Tras pasear un rato por Helsinki me fui en busca de una librería, para hacer algo de tiempo mientras esperaba a unos amigos. Academic Bookstore era gigantesca, silenciosa y bien iluminada. En primer lugar me dirigí a la sección de libros en inglés, donde había novelas y libros de historia y política. Todos ellos eran principalmente de ediciones inglesas y estadounidenses, y tenían los mismos precios que en esos países. Tenían muchas estanterías. Los finlandeses hablan muy buen inglés y miran al mundo exterior.

Luego fui a la sección de libros sobre Finlandia, y ojeé alguno de fotografía, hasta que por fin encontré uno de historia general, y estuve leyendo una hora. Había un café en el piso superior pero era muy caro, así que no consumí.

Biblioteca de Marko, Tallin (Estonia)

Marko fue un estonio que me acogió en su apartamento en Tallin. Era un día lluvioso, estaba oscuro y me costó encontrar el lugar. Su piso estaba al lado de un descampado.

Mi host era un tipo especial. Ya casi en sus cuarenta, me explicó que tras una «vida modélica», en la que estudió en Estados Unidos y se dedicó a la comunicación política para un partido, lo dejó todo para estudiar budismo en Tailandia. Así pues, desde hace diez años pasa las épocas invernales en una isla tailandesa, aprendiendo sobre la meditación budista. Hoy en día se dedica al coaching, y ayuda a introducir el mindfulness (la meditación budista para occidentales) en la vida profesional.

Marko era un tipo muy relajado, con una casa humilde, vegetariano, con pareos de budas por la casa y con música trance. Mientras hablábamos sobre religiones y política internacional, me explicó que cualquier persona independientemente de su religión podía adoptar postulados de la meditación budista e incorporarlos a su vida diaria. Me transmitió buenas sensaciones y me recomendó algún libro, por si quería conocer un poco más acerca del budismo.

Librería (no recuerdo el nombre), Riga (Letonia)

Llegué a Riga en autostop; me llevaron unos pastores protestantes que rezaron por mí. Lo primero que hice al arribar fue caminar, comprar unos bollos y un café en una panadería, hasta que encontré esta librería, cercana al centro de la ciudad.

Creo recordar que no había ni un título en inglés. Todo estaba en letón o en ruso. Parecía que había algún libro interesante de historia, pero era inaccesible para mí. Allí comencé a pensar que si quería viajar más libremente por el mundo postcomunista debía aprender ruso.

En Letonia noté un cambio importante. A diferencia de Estonia el inglés estaba menos presente, tanto en la gente como en sus libros. Luego, posteriormente, encontré algun lugar donde había libros en inglés.

Biblioteca Nacional de Letonia, Riga (Letonia)

Me costó llegar a la Biblioteca Nacional. Se encontraba al otro lado del río. Me metí por el lado equivocado y tuve que hacer malabarismos para llegar; no había pasos de peatones y el tráfico era caótico.

Al llegar había una estatua que expresaba calma y tranquilidad. Entré en la biblioteca, la más grande de la país con unos 5 millones de libros y paseé por el vestíbulo ya que no se podía acceder más allá. Estaba limpia y era bonita por dentro, mientras que por fuera parecía demasiado mastodóntica.

Había dos exposiciones gratuitas sobre la historia de la biblioteca, que fue fundada en 1919 tras la parcial independencia del país. Los planes de la nueva biblioteca databan de los años treinta, pero no fue hasta 2014 que se abrió este moderno edificio.

Librería Catarsis, Kaliningrado (Rusia)

Tras una búsqueda exhaustiva en Kaliningrado por fin encontré esta agradable librería, situada en el centro de la ciudad. Parecía la más moderna, o por lo menos la más accesible. Era tipo «hipster» y se podía tomar café en una terraza. Hacían presentaciones de libros.

Sin embargo, no encontré nada en inglés. Estaba todo en ruso. Solamente había algun libro de gramática de otros idiomas. Había muchos libros y parecían muy interesantes. La industria rusa parecía muy potente; era como un universo al que no podía acceder, pero quería. Eran muy baratos en comparación a las ediciones anglosajonas.

El ruso es un idioma poderoso y hegemónico, y la población rusa es principalmente monolingüe. El mundo exterior anglosajón queda más lejos; sus ideas y sus libros cuesta más encontrarlos. Cosas de la política internacional.

Mint Vinetu, Vilnius (Lituania)

En Kaunas conocí a una chica en un hostal, con la cual estuve «tocando» música, que me recomendó algún lugar en Vilnius. Le pregunté por librerías y me dio el nombre de ésta.

Una vez en la capital lituana, junto a una amiga japonesa que hice, fuimos a este café-librería. Era bonito, coqueto, con un buen y caro café. Yuriko, la chica japonesa, estaba enamorada de Cataluña. Su novio era catalán, como yo, y sabía palabras en catalán, cosa que me hizo mucha ilusión.

En otra ocasión volvería a esta librería en solitario.

Bukinist, Minsk (Bielorrusia)

En la capital bielorrusa me costó enormemente encontrar libros. Sobre Bielorrusia apenas había nada, y lo que había estaba en ruso. En aquel entonces solamente buscaba una novela para leer, nada en concreto.

Gracias a mi amiga Lera, que conocí mientras me tomaba una foto enfrente de una estatua de Lenin, logré encontrar algo. Me llevó a Bukinist, cerca del mercado de Minsk, y encontré algunos libros de segunda mano. Me compré uno de una niña esquimal que al final no acabé leyendo. Lo perdí en algún lugar.

Realmente, encontrar información de un país hermético como Bielorrusia era una ardua tarea.

Bookstore Ye, Lviv (Ucrania)

Al llegar a Lviv me fui directamente al centro de la ciudad, paseé y me detuve en una librería llamada Ye, que resultó ser una cadena.

Después de Rusia y Bielorrusia, el material se encontraba mucho más accesible. Había libros sobre Ucrania de ediciones anglosajonas. Ucrania recibe más turistas y pretende acercarse más a Europa. Luego había libros en ucraniano y ruso. Me dijeron que Lviv era la capital cultural de Ucrania.

En concreto, avisté un libro que me llamo la atención llamado «The Gates of Europe: A History of Ukraine». Me senté en un sillón y me puse a leer. Tenía muy buenos mapas y aprendí cosas de Ucrania muy interesantes, como su papel repeliendo a las invasiones nómadas que atravesaban las estepas euroasiáticas o su pasado cosaco.

Cărturești Brașov, Brasov (Rumanía)

Brasov fue una ciudad que no me gustó, ya que más allá de la montaña tenía poco atractivo, además de ser cara y muy turística. Así pues, fui a esta librería en busca de material y encontré un libro sobre Rumanía de Robert Kaplan, uno de mis autores preferidos.

Me pasé unas horas leyendo, fui a cocinarme una sopa de patata y tomate, y a la tarde volví a leer. Me leí el libro entero en un día. Robert Kaplan tenía una pequeña obsesión con el país; para él, que había vivido y visitado varias veces, Rumanía era una especie de experimento que combinaba el «comunismo ortodoxo» con la «latinidad».

Carturesti Carrusel, Bucarest (Rumanía)

En Rumanía la presencia de librerías era mayor que en todos los países que había visitado anteriormente. Encontrabas librerías de segunda mano, otras normales y otras más modernas. Y había libros en inglés, muchos de ellos a precios más accesibles de lo que creía. Además, volvía a ver alfabeto en caracteres latinos, por lo que sea hacía todo más fácil. Parecía que la cultura se promovía más!

Carturesti era una librería espectacular, preciosa, señorial. Tenía una gran bola del mundo colgada en el techo. Me pasé una hora leyendo en unos de sus sillones ojeando libros de política internacional.

Хеликон (Khelicon), Plovdiv (Bulgaria)

Fui a Khelicon a eso de las 5 de la tarde, para hacer tiempo mientras esperaba mi bus hacia Estambul, que salía a media noche. Llovía, estaba muy cansado y resacoso, por lo que busqué refugio allí.

Me puse a buscar libros y encontré algunos, pero finalmente pillé un Atlas y comencé a estudiar sobre la geografía de Turquía. Me senté en un sillón, y al cabo del rato una trabajadora me llamó la atención diciendo que estaba sentado en una mala posición. Me recoloqué para no causar inconvenientes.

Notaba que esa desagradable trabajadora me miraba, como si fuese un gorrón que leía gratuitamente. Media hora más tarde vino hacia mi y me quitó el Atlas de las manos agresivamente, y me invitó a irme de la librería. Protesté efusivamente y me fui muy enfadado. En general, el «servicio» en Bulgaria dejaba mucho que desear.

Mephisto Bookstore & Cafe, Estambul (Turquía)

Ese día en Estambul tenía ganas de estudiar. Primero fui al museo de la casa de Atatürk, pero estaba todo en turco. Era el único visitante, y entré en una pequeña biblioteca con cientos de libros de Atatürk, pero solamente encontré uno en inglés, de un diplomático argentino. Era una biografía muy bondadosa con el fundador del estado turco.

Luego fui a Beşiktaş, un moderno barrio de la ciudad, para visitar otro pequeño museo de Atatürk. Era gratuito y estaba todo, otra vez, en turco, por lo que prácticamente di media vuelta. Luego me tomé un café turco mientras leía el Corán. En Beşiktaş había un ambiente juvenil y progresista.

Mientras caminaba vi por casualidad la librería Mephisto y fui en busca de libros. Quería comprarme uno para que me acompañase en Estambul. Encontré varios, algunos de ediciones anglosajonas y otros turcos, mucho más baratos. Había buenos libros, muchos de ellos en inglés, sobre asuntos turcos. Pillé unos cuantos pero al final no adquirí ninguno; estaba esperando recomendación de algún turco.

Durante ese rato pillé «Chaotic Uncertainty: Reflections on Islam The Middle East and The World System» de Wallerstein, un autor de referencia para mí, y leí los capítulos dedicados a Turquía.

En Estambul se podían encontrar muy buenos libros.

Biblioteca SALT Galata, Estambul (Turquía)

Tenía este centro cultural al lado de mi hostal. Era un lugar señorial, antigua sede bancaria durante el periodo otomano, hoy reformado.

Se tenía que cruzar por un detector de metales. Creía que me pedirían carnet universitario, pero no (en otros lugares me habían rechazado por no poseerlo, como en la universidad). Entré y pillé un libro de una diplomática sueca sobre el paso al autoritarismo de Erdogan. Estuve leyendo un buen rato.

D&R, Ankara (Turquía)

Tras haber subido a Ankara Atakule, una torre desde la cual se contempla a la ciudad, Alex me llevó a esta librería, la mejor de Ankara según ella, situada al lado del lago de los cisnes, el único lugar en la ciudad donde está permitido beber alcohol.

La librería era grande y tenía varios pisos. Había variedad y muchos libros baratísimos en inglés, pero excesivamente propagandísticos del gobierno turco. Pensé que podrían ser interesantes para conocer una visión de Turquía, pero finalmente compré uno del mejor novelista turco contemporáneo, Orhan Pamuk.

Varsovia, primera parada en Europa del Este

Agosto 2015

A primera vista la capital de Polonia, Varsovia, es una ciudad con un aspecto frío y serio, con varios rascacielos, calles anchas y barrios con arquitectura soviética. Se trata de una ciudad prácticamente nueva y con casi 2 millones de habitantes, la más poblada del país. Varsovia quedó totalmente destrozada tras la Segunda Guerra Mundial. Y tuvo que reconstruirse casi al completo. Se calcula que los nazis redujeron a cenizas el 85% del territorio. El método de destrucción consistía en quemar las casas una a una. 

En la ciudad destaca el degradado barrio de Praga, siendo el lugar donde se rodaron escenas de la película “El Pianista” y con numerosos patios interiores en los edificios en los que presidía algún símbolo católico.  Varsovia cambiaba radicalmente cuando cruzabas el imponente río Vistula. En sus alrededores paré para comer un arroz pasado que había cocinada anteriormente. 

Enfrente del Palacio de la Cultura y la Ciencia de Varsovia

De lo más interesante de Varsovia es su historia judía, una de las más numerosas del mundo en los años cuarenta. Con la llegada al poder de los nazis, fue enviada a un gueto en el centro de la ciudad, donde se situa actual barrio de Muranow, y allí se les mantuvo bajo un régimen inhumano.   

Los guías del tour gratuito explicaban que mientras que un adulto consume alrededor de dos mil calorías diarias, el judío del gueto apenas llegaba a las 200. Una vez allí, morían por desnutrición o por falta de salud, o en el peor de los casos eran enviados a los campos de exterminio. En Varsovia murieron, de acuerdo a las estimaciones, un total de 400.000 judíos. Casualmente, mi estancia en Varsovia coincidía con el 71 aniversario del levantamiento polaco frente a las tropas nazis. El 1 de agosto Varsovia entera se detiene al completo en honor a la resurrección, que me pilló estirado en el césped. 

En Varsovia nació el creador de la lengua universal Esperanto, Zamenhoof, que nunca llegó a triunfar, y de la importantísima científica Marie Curie, la primera persona -y encima mujer- en ganar el premio nobel en dos categorías distintas, física y química. 

La visita a Varsovia fue realmente efímera (un par de días), y me dejó una sensación extraña. El hostal no destacaba en nada. Pude disfrutar de su sabrosa y barata cerveza, pisé una mierda y me sorprendió el respeto en las leyes de tráfico; nadie cruzaba en rojo. El siguiente destino era Cracovia, por lo nos dirigimos a la estación de autobuses tomando el metro, en el que la limpieza era impecable y no encontré ninguna papelera.