La protesta política del independentismo catalán

Septiembre 2017

Hace aproximadamente un año y medio acabé mi Trabajo Final del grado de Ciencias Políticas, en el que colaboré con un grupo de investigación para elaborar una base de datos sobre la protesta política en la ciudad de Barcelona.

Mi trabajo trató de analizar el ciclo de protesta del independentismo durante los años 2009-2016. Sin duda alguna, la investigación debería volver a actualizarla debido a los últimos acontecimientos sucedidos en el panorama político catalán, llegando a su foco de máxima de tensión en el último año.

A grandes rasgos, mi trabajo pretendía dar una perspectiva histórica de las protestas del independentismo desde el 2009, viendo así como las masivas manifestaciones afectaban al proceso político.

Basándome en la teoría del ciclo de protesta de Charles Tilly –que me encantaría desarrollar en un futuro con más precisión-, argumentaba que el independentismo catalán había seguido los esquemas de la protesta, logrando un importante aumento tanto en el apoyo en las encuestas como en el número diputados en el Parlamento Catalán.

Cuando las protestas eran más masivas y más impactos tenían sobre la opinión pública, más poderoso se iba haciendo el independentismo en Cataluña.

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El gráfico que elaboré, a modo de síntesis del trabajo, era el siguiente (para ver con claridad, ampliar el clicando encima). Se analizaban las encuestas del CEO de apoyo al independentismo (línea azul), los asistentes a las manifestaciones (línea naranja), los diputados independentistas en el Parlamento Catalán (columnas amarillas) y acontecimientos políticos (los números del 1 al 13). Bajo mi punto de vista, aun faltarían algunas variables a analizar con posibilidad de impacto, como los diputados independentistas en las elecciones generales.

Desde la realización del trabajo han ocurrido muchos cambios cambios y acontecimientos en Cataluña

  • Nace el Partit Demòcrata Europeu Català como refundación de Convergencia Democràtica en junio de 2016.
  • Manifestación del 11 de septiembre de 2016, con una asistencia aproximada de entre 800.000 y 1.000.000 personas.
  • Actuaciones de la justicia contra Artur Mas y más políticos en marzo de 2017.
  • Anuncio de celebración del referéndum (en junio de 2017) sobre la independencia del 1 de octubre.
  • Aprobación de la celebración del referéndum y la ley de transitoriedad jurídica entre el 6 y el 7 de setiembre de 2017.
  • Suspensión del TC de las leyes emanadas del Parlamento Catalán.
  • Manifestación del 11 de septiembre de 2017, con una asistencia aproximada 1.000.000 de personas.

Si prosiguiera con el gráfico el apoyo en las encuestas al independentismo sigue más o menos estable (línea azul, a la espera de las encuestas del Centro de Estudios de Opinión) y el número de asistentes se mantendría con valores inferiores (línea naranja), aun estando alrededor de 1.000.000 de personas.

Los ciclos de protesta tienen principalmente tres fases: una fase ascendente, una fase clímax y un descenso. Como observamos en el gráfico anterior, la fase ascendente y la fase clímax se superaron, y el independentismo se quedó en una fase de estancamiento o de “parálisis política”. E

Lo que en un inicio fueron protestas con poco apoyo como en 2009 o 2010 (así como en las encuestas y el número de diputados que también se encontraban en número bajos), luego el independentismo logró ascender rápidamente y lograr una mayoría de diputados en el Parlamento Catalán, lo que le daban legitimidad legal –socialmente dudosa y aun a debate-.

Al ciclo de protesta del independentismo catalán, actualmente alejándose de la fase de parálisis política, le pueden ocurrir dos cosas.

En primer lugar, el éxito para el independentismo sería, después de la institucionalización del mismo (lograda en los últimos años, con la llegada de diputados independentistas al Parlamento Catalán), la ruptura con España y la proclamación de la República Catalana.

En segundo lugar, un descenso parcial o definitivo del apoyo al independentismo, por ejemplo como perdiendo el posible referéndum o con acciones represivas por parte del Estado español.

En el primer caso, el ciclo de protesta resultaría exitoso. En el segundo caso, resultaría fallido. Lógicamente, estas dos opciones son tipos ideales de lo que podría pasar y la realidad es sumamente compleja y está condicionada por muchos factores.

Cataluña y el fin de la historia

Octubre 2017

Todos los grandes libros clásicos del pensamiento social se caracterizan por marcar épocas, generando así nuevas ideas y nuevos debates.

Con el inicio de la posguerra fría se publicaron dos obras –El fin de la historia de Francis Fukuyama en 1992 y El choque de civilizaciones de Samuel Huntington en 1996-  que tuvieron un enorme impacto en las agendas académicas, políticas, económicas y de toda índole.

De manera resumida, podríamos decir el fin de la historia dominó el panorama en los años noventa, tras la caída del comunismo, y el choque de civilizaciones emergió a partir del ataque terrorista a la Torres Gemelas en 2001.

Estas dos obras podríamos enmarcarlas en aquello que se llama “Sociologías de la Globalización”, es decir, todas esas teorías que pretenden explicar los principales acontecimientos mundiales en la era de la globalización. Si Fukuyama aboga por un futuro estable y pacífico mediante la consolidación del capitalismo y de la democracia liberal, Huntington se muestra más pesimista dibujando un mundo caracterizado por los conflictos entre civilizaciones, basados en una diferencia cultural-religiosa.

Más allá de las ideologías, es necesario entender que estas macro teorías son ante todo modelos teóricos. No pretenden –o deberían pretender- dar la respuesta a los problemas del mundo, sino ofrecer herramientas para una mejor comprensión. Lo mismo podríamos decir de la mano invisible de Adam Smith o el capital de Karl Marx. Hoy en día, cada vez son más recurrentes este tipo de macro teorías, como la sociedad líquida de Zygmunt Bauman o la sociedad del riesgo de Ulrich Beck.

Tanto Fukuyama como Huntington parten de una orientación claramente occidentocéntrica. Tradicionalmente, Occidente ha impuesto mediante diversos procesos históricos sus maneras de hacer y pensar, aunque la implantación real ha sido, en muchos casos, desastrosa. El mundo que funcionaría, de manera reduccionista, sería un mundo cristiano, democrático-liberal y con un capitalismo de libre mercado.

¿Qué pasa con los demás entonces? Ni en América Latina, ni en Oriente Medio, ni en el África Subsahariana, ni en el Sudeste Asiático.

La teoría del fin de la historia y la del choque de civilizaciones podrían ser adaptadas a nuestra realidad actual. ¿A qué se debe, por ejemplo, la creciente reacción islamófoba occidental? Podríamos interpretarlo de acuerdo al choque: mundo islámico versus mundo occidental. Hoy en día, parece que Huntington está más de moda.

La retórica del fin de la historia la situaríamos más con el auge del llamado “populismo” y “nacionalismo” en Europa y Estados Unidos. Diversos partidos, desde la izquierda hasta la derecha, han sido llamados populistas, siendo éstos la mayor amenaza para la democracia liberal.

Es decir, más allá del eje izquierda-derecha, se ha añadido uno que aparece de forma vertical: los partidarios o detractores de la globalización. Así pues, tanto el populismo como el nacionalismo serían reacciones a la globalización y amenazas para la democracia liberal y el capitalismo de libre mercado, las dos bazas principales de Fukuyama.

¿Qué tiene que ver Cataluña con esto?

Pues realmente, muchas cosas. Comúnmente, hemos centrado el debate sobre la independencia con argumentos históricos, económicos, culturales, políticos y sentimentales.

Pero uno más obviado, que ha aparecido en escena cuando los actores internacionales se han comenzado a pronunciar y a actuar en el conflicto que acontece en el estado español, es el análisis en relaciones internacionales.

Las doctrinas realistas ven a una violación de soberanía la separación de Cataluña y un debilitamiento internacional. Los neoliberales (hablando en terminología de Relaciones Internacionales) verían un jaque a los mercados y a la Unión Europea. También podríamos estudiar la comunicación acaecida (la diplomacia del tuit, los videos de la represión, etc.) desde una visión constructivista, la amenaza de la separación mediante la teoría de la securitización e incluso visiones más marxistas, que nos permitirían ver elementos de emancipación, autodeterminación, etc.

La llamada “geopolítica”, lógicamente, también es útil. Nos sirve para ver las relaciones entre los recursos, el territorio y los estados, analizando las relaciones entre estados, la consolidación de bloques estratégicos y los intereses en la independencia de Cataluña, por poner un ejemplo.

Todas estas teorías son muy necesarias para comprender lo que está pasando. Sin duda alguna, ya no podríamos decir que lo ocurrido es un conflicto interno. En un territorio como Cataluña es imposible que no intervengan, de manera tenue, actores internacionales. Desde Rusia hasta la Comisión Europea. Desde The Guardian hasta RT actualidad.

El choque de civilizaciones no es muy relevante en el conflicto, pero tiene matices. Cataluña y España no tienen diferenciación étnica ni religiosa, por lo que el problema resulta menor. Pero en Cataluña hay una gran cantidad de musulmanes. Quinientos mil, un 25% de todos los que viven España. La securitización de ciertas élites, sabiendo cómo está Europa frente al terrorismo, está en alerta por Cataluña debido al número de musulmanes y a lo que podría pasar mientras se construye un estado.

Es un tema del que no se habla pero es sin duda alguna mucho más relevante de lo que creemos. El choque de civilizaciones podría aplicarse a más casos: las vallas de Ceuta y Melilla, las migraciones africanas a Europa y el drama de los refugiados. España está miedosa y securitizada frente a problemas externos.

El fin de la historia de momento no ha llegado. De acuerdo a los estándares democráticos, el mundo está sufriendo un retroceso y China, el adalid del sistema autoritario, está resultando ser el modelo exitoso y el abanderado de la globalización.

Esta es la historia que se repite desde hace tiempo y que no paramos de oír: Brexit en Gran Bretaña, Trump en Estados Unidos, Le Pen en Francia, Alternative für Deutschland en Alemania, Orban en Hungría. Mil ejemplos más. Añadiendo también los retos del terrorismo y del nacionalismo. Una Europa -aparentemente unida pero dominada casi exclusivamente por Alemania y Francia- que alenta de los peligros de los nacionalismos que tantas veces han llevado al continente a la Guerra.

Lo que está pasando en Cataluña es el miedo y la incertidumbre de las clásicas élites –socialistas y conservadoras- europeas y españolas, que se están confrontando con unas nuevas élites con otra orientación que plantean desafíos a sus privilegios y a su estatus quo.

España teme a una Yugoslavia 2.0 y Europa también. Las comparaciones son odiosas pero necesarias, y el estado español en este caso juega el papel de Serbia, es decir, el del estado que no quiere descomponerse. Ya que si Cataluña lo consigue, otros lo demandarán. Si Eslovenia y Croacia lo consiguieron, ¿por qué los demás no?

Evidentemente, Yugoslavia y España se parecen bien poco. Y un factor esencial es el interés internacional que había detrás. El nacionalismo serbio, con el afán de conservar su poder, cometió atrocidades. Pero la descomposición estuvo incentivada por Alemania y Estados Unidos principalmente.

En el caso de España no hay actores internacionales poderosos interesados en desestabilizar en exceso. Incluso Rusia, pese a las constantes acusaciones, no tiene tanto interés. En el caso yugoslavo se demuestra que Fukuyama no funciona. Si la democracia liberal traería el progreso, solamente hace falta ver lo que son los Balcanes hoy en día. Los únicos países que avanzan son Croacia y Eslovenia: católicos y en la Unión Europea.

Por todo ello, las ideas de Fukuyama están muy presentes en las élites contrarias a la independencia, que harán lo que sea para frenar a una Europa en descomposición cada vez más autoritaria, en la que la democracia liberal que propugnaban en los clásicos estados-nación está siendo puesta en cuestión por minorías culturales.

Nos aproximamos a un mundo en el que el estado es cada vez es más débil, y por ende, más pequeño y con menos fuerza.

El nacionalismo español frente a la prensa internacional

Noviembre 2017

El periodista británico John Carlin, asentado en España desde hace décadas, fue despedido recientemente de El País por no seguir la línea editorial del periódico.

Unas semanas más tarde Carlin ha comenzado a escribir para La Vanguardia, con una columna llamada “Desde Londres con amor”, en la que relata su amor hacia España pero también sus discordancias por la actitud del Estado español frente a los desafíos a su soberanía territorial  que le acechan.

Tan solo unas horas después, Nacho Torreblanca, jefe de opinión del país, publicó una respuesta indirecta a Carlin mediante el título de “Anglocondescencia”. En dicha columna se hace alusión al constante paternalismo que se hace desde el mundo anglosajón –Estados Unidos y Reino Unido principalmente- hacia la tardía democracia española. Incluso lo llama “orientalismo aplicado al sur de Europa” y dice “sentimos haberos decepcionado. Pero a lo mejor es que nos hemos hecho mayores y nos hemos cansado de lecciones.”

Es decir, El País, el diario más poderoso y con más proyección internacional de España se ha mostrado totalmente crítico con el independentismo catalán. Cada editorial  o incluso alguna tribuna que leía de El País era una razón más para no seguirlo leyendo. Se atreven a decir que tanto Reino Unido como Estados Unidos tienen “un grosero reality populista protagonizado por las derechas más rancias, los políticos más mediocres y los medios más mentirosos”.

Como cualquiera conectado a las redes, El País ha sido víctima y verdugo de las paparruchas que nos han inundado estos dos últimos meses. La acusación de El País y, en general, de los partidos que están en contra del independentismo, a la visión que ha ofrecido la prensa internacional es cínica y alejada de la realidad.

Todo era una conspiración que apoyaba a los catalanes a conseguir sus fines, ayudado por los hackers rusos y la mosca cojonera de la política internacional llamada Vladimir Putin. El relato independentista sobre la represión caló de lleno en muchas mentes a lo largo del mundo y, lógicamente, causó rabia y estupor.

La prensa internacional legitimó, en cierta manera, a la causa democrática independentista. ¿Cómo un estado democrático enviaba a las policía a evitar que se votase? La prensa se hizo eco y captó los golpes de los guardias civiles y los policías nacionales.

Sabiendo en el mundo en el que vivimos, en el que internet es un poderoso medio de propaganda, ¿por qué se sorprendían los políticos españoles y negaban constantemente las realidades? El gobierno negó la represión mientras se publicaban vídeos e imágenes.

Allí es cuando la tesis de Carlin, representando a eso llamado “prensa internacional”, marca el gol sin estar en fuera de juego. ¿Cómo una democracia “joven” cómo la española no acepta una solución política al conflicto? Es decir, el objetivo de los independentistas era conseguir un referéndum legal y pactado con el Estado siguiendo los pasos del Quebec y Escocia.

Y este objetivo también era el objetivo del famoso 80% de la sociedad catalana que quería decidir las cosas votando. El Estado español siempre ha tenido miedo a celebrar un referéndum en Cataluña, pero, ¿a qué se debe y por qué los políticos son tan reacios a ello? 

Nacho Torreblanca, amparado en el relato europeo de la paradójica lucha contra los nacionalismos que dividieron al continente (sobre los nacionalismos intentaré escribir otro día), se muestra patriótico y orgulloso de la actitud del Estado español frente al independentismo.

Pero lo que deberíamos saber es que, la retórica populista y autoritaria bebe, con mucha más intensidad y magnitud a nivel mundial, de la fuente del nacionalismo céntrico (en este caso, el nacionalismo español) y no de los nacionalismos periféricos. La ola autoritaria que acarrea al mundo ocurre en Estados Unidos y en el Reino Unido, en Francia y en Alemania, y también, cada vez con más intensidad, en España, con el mayor ejemplo de la represión hacia el independentismo.

El fútbol me da igual

Julio 2018

Estuve viendo el partido de España contra Rusia mientras trabajaba.

Pese a no ser un gran fan del fútbol, considero que el mundial -a la vez que opio- te puede dar conversaciones interesantes.

Antes de empezar el partido, uno de mis jefes estaba convencido de que Rusia iba pasar la eliminatoria debido a que tienen un juego duro que con el que el tiqui-taca (pronunciado con acento escocés) iba a ser inútil.

Y así fue, tras 120 minutos de intenso y aburrido juego, España perdió. El resultado sinceramente me da igual, ya que básicamente no sigo a este deporte desde hace muchos años. 

Trabajando en un PUB

Lo curioso es que todo esto me hizo recordar a un comentario que me hizo un cliente español hace unas semanas, cuando se celebrara el Irán versus España.

Me dijo algo así: “cuidado con los iraníes, que están apoyados por Rusia y nos quieren joder”.

Es una afirmación muy contundente, totalmente relacionada con la paranoia respecto a todo lo que concierne Moscú.

Los británicos también son muy paranoicos con los rusos. ¿Qué pasará pues si los rusos ganan a los ingleses? 

El fútbol me da igual. Pero la política internacional me encanta. 

Tánger, el faro del norte

Enero 2019

Desde la costa tangerina se puede observar España. A tan solo unos kilómetros está la costa de la península Ibérica. Hacía un día espléndido, sin nubes y con un sol radiante a principios de enero. Estábamos sentados en el famoso café Hafa –en Marruecos entendemos como café un lugar donde principalmente se consume té y se fuma hachís-, que disponía de varios pisos al aire libre que descendían en forma de escalera. El azul y el blanco, típicos colores de la arquitectura marroquí, abundaban en el edificio.

En el café había muchas mesas y sillas, lugares para sentarse y disfrutar de las preciosas vistas que ofrecía. El servicio del café consistía en dos hombres de muy avanzada edad que iban transportando los tés y vendiéndolos al momento por siete dirhams. Había grupos de gente de todas las edades y un olor a hachís incesante, lo que representa una de las costumbres marroquíes por excelencia.

El té cuesta 7 dirhams a lo largo del país (10 dirham = 1 euro). Los tés marroquís son excesivamente dulces para un paladar occidental y te puedes llegar a tomar dos, tres o incluso más dependiendo del día. Es el clásico té verde –de origen chino- con hierbabuena y una gran cantidad de azúcar, servido en vasos o en pequeñas teteras.

Además del famoso Hafa también hay otro café muy conocido, llamado Baba, situado en la Medina. No tiene nada de especial, pero históricamente ha sido un lugar donde celebridades como los Rolling Stones iban a fumar hachís. Un té y un porro de hachís acompañado de unas preciosas vistas: algo común en los cafés.

La Medina o ciudad vieja de Tánger es preciosa y laberíntica. Pese a su reducido tamaño, era complicado orientarse y yo me daba por satisfecho con recordar el camino que te llevaba a alguna de las dos  salidas. Además, a medida que nos adentrábamos por sus estrechas calles, la capacidad pulmonar iba decreciendo debido a las constantes cuestas. En las medinas es fácil perder el rumbo y no te das cuenta de si estás subiendo o bajando. Así que, por momentos, veías que tu habla se apagaba.

Mi consejo sería que hables poco mientras caminas por la Medina, tanto para evitar cansarte más como para evitar ser escuchado en un idioma diferente al darija. También cabe tener en cuenta el papel de la comunicación no verbal en estos lugares. Las miradas en Marruecos son más duras y penetrantes que en España, pero no significa necesariamente una confrontación; simplemente, uno tiene que ganarse bien el respeto con las miradas. El contacto es constante. A veces, cuando te agarran del brazo de manera amistosa, me recuerda a las abuelas que te están dando un sermón.

El primer día en Tánger estábamos hambrientos. Perdiéndonos por la Medina encontramos un pequeño restaurante agradable en el que servían cuscús, que por tradición se prepara los viernes. Pedimos un plato cada uno de cuscús con pollo, acompañado de una especie de bebida tropical extremadamente dulce (la coca-cola lleva más azúcar que en otros países). El precio del cuscús varía entre 30-40 dirhams y las raciones son gigantescas.

Estábamos alojados en un hostal administrado por unos franceses bastante modernos. Era un clásico hostal marroquí, una casa reconvertida con estilo francés. Supongo también que se tratarán de expats, que son en esencia inmigrantes pudientes -que en otro contexto se llamarían simplemente inmigrantes-. Alfombras, cuadros y orfebrería árabe predominaban, pero todo tenía un toque excesivamente chic con el indisimulado objetivo de atraer turistas de todo el globo. Disponía de un vestíbulo luminoso, de algún gato suelto –domesticado- y de una terraza enorme con vistas a la ciudad, con las clásicas comodidades de este tipo de hostales.

El desayuno, sin embargo, dejaba que desear en lo que a variedad se refiere. Pan, queso, dulce y solamente un par de frutas diferentes, teniendo en cuenta lo que hay en el país. El café, como en el resto de Marruecos, es bebible pero no deseable. Y, además, el desayuno venía con mermelada en vez de con miel, copiando así el estilo francés en vez del marroquí.

Tánger, en líneas generales, me pareció una ciudad próspera. Con un millón de habitantes con el área metropolitana, constituye la quinta metrópolis de Marruecos. La oferta cultural y de ocio es grande, desde extensas playas con sus respectivos gigantescos bloques de pisos hasta bulevares donde beber alcohol y locales con prostitución. Cuentan por las calles que a los saudíes les gusta ir a estos últimos y así de paso dejan caer unos barriles.

Fui a un bar donde predominaban expats, turistas como yo o marroquíes medios, donde se podía beber alcohol, pese a las restricciones que rigen en Marruecos. Es extremadamente difícil conseguir alcohol y solamente unos pocos tienen derecho a venderlo. Y, como siempre, pese a lo que dictamina el Corán, las religiones son abiertas, variadas y poco estrictas en la realidad. Cuentan que durante las primaveras árabes, en esos momentos de anarquía, los marroquíes atracaban los lugares prohibidos: aquellos con reservas de alcohol.

Desde principios de los años veinte del pasado siglo, la ciudad tenía un notable carácter internacional debido a que ejercía de protectorado para países como Portugal, Francia y España. Es decir, tenía un carácter único en el país, siendo el único protectorado internacional compartido por varios países. La ciudad permaneció en manos extranjeras hasta 1956, cuando Marruecos proclamó su independencia de Francia y España, que controlaban el norte y el sur del país respectivamente.

Adentrándose en Occitania

Noviembre 2018

Tras cruzar la frontera –inexistente debido a Schengen– los carteles, los comercios y las infraestructuras comenzaban a cambiar de lengua. De hecho, conforme avanzabas por el pueblo fronterizo El Pertús, veías que al lado derecho los letreros estaban en catalán y al lado izquierdo en francés. Las fronteras son siempre apasionantes.

Para evitar los elevados peajes franceses tomamos la carretera nacional, que se encontraba en muy buen estado. Cuando llevábamos unos pocos kilómetros recorridos unos policías nos pararon.

“Moveos hacia la derecha. Es un control anti droga” nos dijeron.

Sorprendidos por que hablasen castellano, más atónitos nos quedamos después que otro de los policías nos dijese:

“Que feu per aquí? On aneu?” (¿Qué hacéis aquí? ¿Dónde vais?), con un pronunciado acento francés.

Podíamos ser un blanco perfecto para la policía: dos chicos (uno rapado al cero y medio y otro con gafas de sol y perilla a lo Walter White) en un coche con matrícula española conduciendo por la nacional francesa. Nos registraron, prosiguiendo con la inspección y la conversación en catalán.

Y es que efectivamente, nos encontramos en Occitania, una región histórica del sur de Francia donde antiguamente se hablaba occitano, un idioma muy parecido al catalán. Hoy en día, esta lengua es hablada por unos dos millones de personas, principalmente situados en el sur de Francia. De hecho, el aranés – una de las lenguas hablada en la Vall d’Aran- es un descendiente directo del occitano.  Seguramente algunos de nosotros la habremos oído poniendo el 3/24 después de comer.

Paseando por Perpinyán

La Occitania, además de ser un concepto cultural, es también una de las 13 regiones de la Francia metropolitana, sin contar las 5 restantes que forman parte de sus territorios de ultramar. Hasta el 2014 el número de regiones metropolitanas era 18, pero tras la reforma acaecida descendió a 13. En este sentido, Occitania fue el resultado de la unión entre Languedoc-Rosellón y Mediodía-Pirineos. La reforma administrativa estuvo marcado por las protestas de los 450.000 catalanes del norte que habitan en la región.  

Seguidamente, nos dirigimos a Perpinyán, la primera gran ciudad del camino, donde estuvimos dando un agradable paseo por sus calles y parques. Perpinyán, como gran parte de la Occitania en general, comparte grandes rasgos históricos con Cataluña y España. En Perpinyán existe un barrio céntrico llamado Sant Jaume, habitado principalmente por gitanos que hablan catalán,  siendo prácticamente el único lugar donde se habla esa lengua. Este barrio parecía una especie de Raval, mal conservado, sucio y con algunos andamios sosteniendo a los edificios, pero con esa esencia de antigüedad y degradación que hacen a estos sitios misteriosamente agradables.

Tras salir de Perpinyán hicimos una pequeña parada en Salses, donde se encuentra el inicio de la construcción cultural Països Catalans, aquellos lugares donde se habla catalán. En ese pequeño pueblo se encuentra la Porta dels Països Catalans, un edificio folklórico que representa simbólicamente la entrada a los Països Catalans por el norte. Además, de esa escultura, el Rosellón y parte de la Occitania conservan cierto simbolismo de la catalanidad. Dentro de Salses está su respectivo castillo, perteneciente a la Corona de Aragón hasta 1659, cuando se firmó el Tratado de los Pirineos con Francia. La identidad, en el caso de la Cataluña Norte, está más marcada por un arraigo cultural que por una lengua.

La Junquera, un lugar especial

Noviembre 2018

A las 8 de la mañana llegó mi amigo a recogerme a Montcada. Hacía frío, se notaba que el tiempo estaba cambiando. Nos metimos en el coche y partimos hacia el norte.

La primera parada fue en el pueblo catalán La junquera para poner gasolina, ya que al entrar en Francia el precio sube bastante. Por lo visto, todo el mundo para a poner gasolina en La junquera, ya que hay 15 gasolineras en un pueblo de 3000 habitantes. Situado a unos pocos kilómetros de Francia, esta pequeña urbe tiene varias peculiaridades. La descripción en francés de Wikipedia es la más desarrollada, más que en catalán o español ¿Casualidad? Efectivamente no. Personalmente, más allá del tema de los prostíbulos (que había oído varias veces) apenas conocía nada.

Más allá de su casco histórico, La junquera oculta muchas cosas. Al estar tan cerca de la frontera francesa, las interacciones con el país de arriba son más que frecuentes. A veces, estos sitios se convierten en una especie de parques temáticos, donde las diferencias legislativas marcan grandes pasos.

Ya sabéis, en Francia hay más dinero que en España y los bienes de consumo son más caros. Pues avispadamente, los franceses vienen a La junquera a comprar estos tipos de bienes. Casos de estos hay miles en el mundo, en los que cruzas la frontera para beneficiarte. Como los extranjeros que viven en Suiza y van a comprar pescado y carne a Alemania, o los suecos que van en barco a Estonia a beber alcohol. O el caso típico en Cataluña: el alcohol y el tabaco de Andorra. Pequeñas triquiñuelas de la vida cotidiana.

Así pues, la magnitud de La Junquera es tal que es la principal puerta de mercancías por tierra de Europa a España, en la que 11.000 camiones de diferentes procedencias para diariamente. Dicen incluso que se ha convertido en una pequeña Andorra, en la que los franceses vienen en masa –hasta en autobuses- a pasar un día de compras. Al aparcar para ver el gigantesco centro comercial vimos un autobús del que salían jubilados franceses. Al caminar por ahí, solo se escuchaba el glamuroso francés.

El Paradise, vía elespaño.com

Además de ser un motor económico es también un gran centro de prostitución, en el que se encuentra el puticlub más grande de Europa, el Paradise. Dicho recinto tiene 2700 metros cuadrados y ochenta habitaciones. Y, como curiosidad, casi sufre un atentado debido a la guerra abierta que hay por el control de los prostíbulos.

La Junquera es realmente un caso muy paradigmático. De esos que los gobiernos y los poderosos conocen pero no quieren tocar. Grandes vacíos legales y misterios existentes en este pequeño pueblo catalán con complejo de paraíso fiscal. Ya no es únicamente un paraíso francés, sino una mezcolanza extremadamente bizarra que deja boquiabierto.