Octubre 2020
En el balneario (1953) es una de las últimas obras de Herman Hesse. Escrita ya en la vejez, el Nobel retrata, de manera autobiográfica, su visita al balneario de Baden, situado en la Selva Negra alemana. “En el balneario” es un libro maduro y autobiográfico, el único que he leído que se basa estrictamente en hechos reales, en sus pensamientos y acciones como protagonista. Con resquicios –obviamente– de sus otras obras, leyendo “En el balneario” he tenido la sensación de conocer a un Hesse diferente, al Hesse de verdad, un viejo literato cascarrabias, (aún) incomprendido por él mismo y en búsqueda de constante equilibrio.
Su visita a Baden se debe a motivos de salud. Al igual que otros mayores, Hesse acude al balneario a curarse de sus problemas de espalda y a relajarse un poco, pero también buscando algo de contacto humano. Herman Hesse es un “viejo solitario que repugna la vida gregaria de los hoteles”, que se pregunta: “¿Acaso no me hacía verdadera falta tras años enteros de vida pacífica y solitaria en el campo, consagrada al estudio, una temporada de convivencia con hombres?»
Hesse entra al balneario pensándose un hombre más sano –al menos que sus semejantes–, y poco a poco va describiendo la vida allí dentro, así como sus reflexiones. Explica sus encuentros con los médicos, que retrata de la siguiente manera: “El médico entró por la puerta de un aposento antiguo donde se había lavado las manos; su rostro inteligente prometía comprensión, y nos saludamos como dos boxeadores civilizados, con un apretón de manos antes del combate. Iniciamos la pelea cautelosamente, estudiándonos el uno al otro, probando con vacilación los primeros golpes”. Para el literato, espíritu y salud, mente y cuerpo, van unidos.
Además, Hesse también describe el cabreo que sufre contra un ruidoso viejo holandés y se va adaptando, pese su rechazo a lo burgués y a lo gregario, a las convenciones del balneario, como el juego (del que afirma que “ganar en el juego una de las sensaciones mejores de la vida”), las conversaciones banales del estado del mundo y algunas reflexiones de la vida y la muerte. Hesse se siente molesto porque todo el mundo, dada su profesión, trata de hablarle siempre de cuestiones literarias y filosóficas. Lo gregario es odioso, pero necesario.
En definitiva, este corto texto de Herman Hesse es una muestra condensada de sus pensamientos de vejez y de realmente saber qué le pasaba por la cabeza a este singular hombre. Su filosofía, como la noción de Unidad, queda resumida y entendible, aunque él mismo explica cómo es incapaz de explicar elocuentemente lo que siente, pese una vida dedicada al pensamiento y al saber.
“La vida no es un cálculo ni una fórmula matemática, sino un milagro. Así ha ocurrido durante toda mi vida: Todo ha vuelto, las mismas notas, los mismos placeres y alegrías, las mismas tentaciones, una y otra vez me he dado la cabeza contra los mismos cantos, luchado contra los mismos dragones, perseguido las mismas mariposas, repetido siempre las mistas situaciones y constelaciones, y a pesar de ello siempre ha sido un juego nuevo, eternamente hermoso, peligroso y emocionante”
“Si la inteligencia y la evitación de emociones dirigieran todos nuestros actos, ¿cómo sería nuestra vida? ¿acaso ignoramos que nuestro destino es innato e inescapable, y pese a ello nos aferramos esperanzados a la ilusión de la elección, del libre albedrío?”
“Porque no hay nada en el mundo en lo que crea más profundamente, ni hay un concepto más sagrado para mí que el de la unidad, el concepto de que todo sufrimiento, todo el mal reside en que los individuos ya no nos consideramos una parte indivisible del todo y concedamos excesiva importancia al Yo»