Mayo 2020
El caminante (1920) de Herman Hesse, es un texto interesante que combina la novela, la poesía y la pintura. A lo largo de sus cien páginas, el escritor narra un viaje —inspirado en uno que hizo por Italia— describiendo los lugares por los que pasó, como aldeas, granjas y rectorías, y también profundiza en la naturaleza y el paisaje, extrayendo conclusiones reflexivas sobre la lluvia, los árboles y las montañas, entre otros.
Según he podido leer, este pequeño libro es la confirmación del cambio de Hesse, el momento en el que oficialmente se convierte en una persona más contemplativa. Es por ello que son muy notables las alusiones al vagabundeo, a la desposesión y al rechazo de la vida burguesa. “No se puede ser vagabundo y artista y al mismo tiempo un burgués sano y cuerdo —explica Hesse—. Si quieres embriaguez, ¡acepta también la resaca! Si quieres sol y bellas fantasías, ¡acepta también la suciedad y el hastío! Todo está dentro de ti, el oro y el barro, el deleite y la pena, la risa infantil y la angustia mortal”.
Hesse se enamora de chicas hermosas, disfruta del “espléndido mundo” y medita acerca de la “patria”, de la que dice: “La patria no está aquí ni allí. La patria está en tu interior, o en ninguna parte”.