Conforme iba avanzando el tiempo las horas de luz iban descendiendo. Los edimburghers maduros, que llevaban tiempo viviendo en la ciudad, alertaban sobre el principal problema climático: la falta de luz, que convertía a la ciudad en algo oscuro y sombrío.
Desde mitades de diciembre hasta mitades de febrero aproximadamente, momento más oscuro del año, amanecía entre las nueve y las diez de la mañana y anochecía entre las tres y las cuatro de la tarde. En un día normal de invierno podías entrar y salir de trabajar de noche. No te enterabas y la oscuridad te había comido.
Destellos de luz, destellos de esperanza
Añadiendo, además, de que horas de luz no implican horas de sol, por lo que un día nublado puede significar oscuridad todo el día. El invierno, en este sentido, se convertía en algo duro y extraño, en el que la falta de vitamina de D te tranquilizaba y te aflojaba el ritmo vital. En cierta manera, también te deprimía, pero te hacía pacificarte y asentarte, dándote la posibilidad de ver la realidad en otra perspectiva.
Las posibilidades en el invierno eran muy limitadas. La actividad de ocio era ir al PUB a emborracharse. Una vez, recuerdo una conversación con unos compañeros de trabajo de escoceses que decían, literalmente, que el invierno allí es una mierda. Una compi comentaba que las actividades durante esas épocas eran muy limitadas.
La vida en invierno dependía de tu psicología. Es importante estar fuerte mentalmente para sobrepasar un vendaval de poca luz que tiene fuertes implicaciones en tu estado de ánimo. Durante esos momentos estaba comenzando a despegar en Edimburgo, por lo que las dificultades sufridas no supusieron un gran freno a mis objetivos.
El invierno es, al fin y al cabo, una época de sobrecogimiento e instrospección, de pensar en uno mismo.
El mar suaviza ligeramente el clima de Edimburgo. Aunque no lo parezca, las temperaturas no son tan bajas, llegando raramente por debajo de los -2 o -3 grados en invierno. Sin embargo, un viento maldito aparece constantemente, por lo que el paraguas, de nuevo vuelve a perder el sentido.
Además, no es común que nieve en la ciudad, y más aún que cuaje. Inesperadamente, a principios de marzo se vivió una de las nevadas más históricas que se recuerdan. Durante prácticamente una semana Edimburgo estuvo cubierto por una frondosa capa de nieve, otorgando a la ciudad un encanto especial.
Así se presentaba la ciudad
Las nevadas, no obstante, dificultan enormemente la vida cotidiana de los vecinos, especialmente cuando no están acostumbrados. Y en Edimburgo los habitantes no lo están, por lo que el caos desatado fue mítico e inmemorable.
Fue una semana divertida para mí, en la que seguí con mi vida cotidiana. Colegios, pubs, tiendas… todo permaneció cerrado durante dos días. Yo siempre pensé que eso de que te cierren el cole por la nieve era una cosa de Hollywood.
La situación vivida en los supermercados fue extremadamente extraña y caótica. No había ni leche ni pan, lo único que quedaba era verdura. Recuerdo haber estado buscando leche durante tres días y no encontrar. Los escoceses hacían broma con la cerveza, las únicas provisiones que llegaban.
Nunca había visto una nevada de tales condiciones. Y por lo que decían los edimburghers, eso no era normal. Un compañero de trabajo me comentó que jamás había pasado esto. Los escoceses aprovecharon para no venir a trabajar. Esos días los currantes fueron los extranjeros.
Quizás un clima tan duro es menos sano para la estabilidad mental, pero a nivel físico, Edimburgo y, en general Escocia, me trajeron más bondades que otra cosa. La única consecuencia física negativa del clima era que la piel se reseca con más facilidad; mucha gente, sobre todo en invierno, tiene que cuidarse bien las manos o la cara.
Sin embargo, durante ese año estuve realmente sano. No pillé ningún constipado y tuve febrícula una sola vez. Era menos proclive a las enfermedades, por una mezcla entre sentido de la supervivencia y bendiciones climáticas.
Un paseo por Water of Leith para curarse de todos los males.
El clima de Barcelona me hace estar con alergia constantemente. Y a veces, inevitablemente, esta alergia puede derivar en un indeseado constipado. Esto está relacionado, en cierta manera, por el polen del lugar, pero bajo mi punto de vista el motivo número uno es la contaminación, con sus nocivas consecuencias que conlleva.
La mezcla de coches y tejido industrial de Barcelona hacen de ella un lugar poco agradable. Un ejercicio tan básico como respirar profundamente se convierte en un auténtico suplicio para el ciudadano, en el que te da la sensación que estás inhalando alquitrán.
Un día fui a donar sangre a la NHS. Me pareció un servicio mediocre. La enfermera era extremadamente simpática, a lo English Women puro y duro, llamándome «honey» todo el rato. Me sentía querido. Al acabar de donar, fui a comer algo, y todo era comida basura. Me regalaron una camiseta que la utilizo para ir por casa.
Tres capas siempre eran suficientes. Nevase, lloviese o estuviese la calle congelada. No hacía falta nada más. Camiseta, sudadera o jersey y una chaqueta de invierno. Ese mismo patrón se reprodujo durante todo el año, excepto entre junio y agosto, en el que la hostilidad climática comenzó a cesar.
En este sentido, el verano no existe. El clima de Edimburgo se divide entre 8 o 9 meses frío y 3 o 4 de menos frío. Es decir, tres cuartos de invierno y un cuarto de primavera. El otoño se marchita rápidamente, y de repente has de comenzar a salir un poco más abrigado.
Conviene abrigarse, pero no en exceso
Aunque abrigarse de más no es la solución a los problemas. Es una creencia casi mitológica para eso que se dice de “no pasar frío”. Lo único que hará es sentirte más pesado, creyendo que eres capaz de desafiar a las leyes de la naturaleza.
Y efectivamente no puedes. Vale más la pena tener buenas capas que no muchas capas, ya que el aire y el frío se cuelan entre esas capas y van generando espacios de frío que se vuelven desagradables al paso del rato. El frío es cuestión de percepción.
Pese a todo esto, la auténtica clave reside en el estilo de vida. Cuando hace frío o mal tiempo, estar en la calle pierde el sentido. Así que el espacio público abierto está para transitar, por lo que implica movimiento. Y cuando se está en movimiento, no se tiene frío.
A finales del invierno pasado volví caminando a casa del trabajo. Eran unos cuarenta minutos a paso rápido. Las dos de la mañana y una temperatura de menos cinco grados. Me puse mis tres capas, mi gorro y mis cascos. Y todo siguió tranquilamente hasta llegar a casa, sin inmutarme de la baja temperatura.
Cuando veía botellas de Heineken o helados Nestlé en algunos establecimientos significaba que Cuba tiene relaciones comerciales con esas empresas multinacionales europeas.
Pero la política internacional es mucho más compleja. Pensar en términos individuales (“yo haría”) es imposible cuando hablamos de Estados; estos son los actores más poderosos del sistema internacional. Lord Palmerston, un importante político británico del siglo XIX, pronunció está frase: “Las naciones no tienen amigos ni enemigos permanentes, solo intereses permanentes”. ¿Hasta qué punto es cierto?
Pero vayamos al kit de la cuestión. Cuba ha sido, sobre todo en el periodo de Guerra Fría, un elemento distorsionador del sistema internacional. En comparación a sus países vecinos, que sufrieron golpes de Estado y expolio económico, Cuba plantó cara a los norteamericanos y sirvió de referente a toda latinoamérica en su lucha contra el imperialismo.
Después del triunfo de la Revolución y la nacionalización de los medios de producción, los americanos establecieron un bloqueo económico total sobre el país. La confrontación Cuba – Estados Unidos fue constante.
La perla del Caribe se convirtió, tras los sucesos de Playa Girón y Bahía Cochinos, en uno de los principales aliados de la Unión Soviética, siendo así su satélite geopolítico por excelencia en América Latina. Fidel Castro se declara definitivamente socialista. Famosa fue la crisis de los misiles de octubre de 1962, el “momento más tenso de la historia”, como dicen algunos. Las relaciones políticas, militares y económicas (venta de azúcar principalmente) fueron constantes en ese periodo.
Cuando hablaba con un cubano sobre el tema, explicaba el cariño que le tenían a los rusos por todas las ayudas que les habían proporcionado.
Después de la caída de la URSS, las relaciones entre los dos países desaparecieron. El vínculo socialista-revolucionario desapareció, Rusia tomó otro rumbo y entró en una grave recesión. La pérdida del gran aliado también sumó a Cuba en una grave crisis -periodo especial en tiempos de paz- y en un aislamiento internacional.
El bloqueo económico de Estados Unidos se hizo más fuerte a partir de ese periodo, empeorando aún las relaciones entre ambos países. Cuba comenzó entre finales de los ochenta y principios de los noventa a cambiar su modelo económico y adaptarse así a su supervivencia en un capitalismo cada vez más globalizado. Cuba comenzó a reinventarse a partir de 1997, incentivando el turismo y la inversión extranjera, así como estableciendo relaciones con la Venezuela de Chávez.
Las relaciones con Estados Unidos se mantuvieron muy tensas hasta la visita de Obama en 2014, durante la cual ambos países se comprometieron a mejorar las relaciones económicas y diplomáticas. El bloqueo económico sigue en pie, aunque de manera menos pronunciada. Por ejemplo, desde este verano existen vuelos comerciales entre Cuba y Estados Unidos. Antes no se podía volar a la isla haciendo escala en aeropuertos estadounidenses.
Un día paseando por el Malecón en La Habana vimos la contundente embajada de Washington. Otro tema que sigue siendo muy polémico es el de la base naval de Guantánamo, situada en el sur de la isla, acusada de una violación sistemática de los derechos humanos.
La influencia de los norteamericanos es cada vez más palpable. Taxis, pañuelos, camisetas, pantalones y gorras con la bandera de las 50 estrellas se observan constantemente. Se escucha frecuentemente música hip hop americana y se ven videoclips rodados en Miami en yates y mansiones de lujo de reguetoneros cubanos. Cruceros que paran en el puerto de La Habana. Gente que adora Estados Unidos.
Aun así, la relación entre ambos países separados por un canal marino de apenas 100 kilómetros es de amor y odio. El discurso del bloqueo y el imperialismo es muy común entre los cubanos.
Internet esta cada vez más presente. Lento y en ciertas zonas, sobre todo en parques, llenos de turistas y cubanos que desean conectarse. Para poder entrar a Internet uno necesita una tarjeta ETECSA, la empresa de telecomunicaciones del estado, que cuesta 2 CUC en tienda y 3-4 si te lo venden por la calle y dura una hora. En ella tienes un código y una contraseña larguísima. Dependiendo del móvil, puede costar bastante conectarse, pero casi todo el mundo lo acaba consiguiendo. Desde el 1996 existe conexión, pero solamente desde hace muy pocos años la ciudadanía puede conectarse.
La política exterior cubana es conocida mundialmente por su altruismo y por su cooperación internacional al desarrollo. Me compré un libro llamado Cooperación vs Cooperación. Ayuda Oficial para el Desarrollo, de Roberto Smith, en el que se hace una investigación sobre las diferentes realidades de la AOD.
El autor explica que la cooperación internacional de los países occidentales “tiene un desempeño especial en su estrategia general para mantener y ampliar su influencia en los receptores”. Desde la Revolución, comenta Smith, “un país pequeño, subdesarrollado y bloqueado, ha sido trascendental en el apoyo al vencimiento de la expresiones más perseverantes del subdesarrollo en los países del tercer mundo a través de la cooperación”.
Es decir, la política exterior cubana está marcada por un énfasis en la solidaridad con países subdesarrollados, dándole mucha importancia a la cooperación sur-sur. Algunos dirán que el país lo hace para “quedar bien y no fijarse en sus asuntos internos” o para “propagar revoluciones en otros países”, pero lo cierto es que su cooperación al desarrollo ha sido constante y ejemplar en muchos aspectos, pese a la carencia de recursos que tienen.
Cuba, por ejemplo, fue el mayor impulsor de la lucha contra el ébola en la crisis ocurrida hace un par de años y ayudó a poner al fin al Apartheid sudafricana. La de misiones en las que ha participado el país, sobretodo en la época de la Guerra Fría- en materia de ayuda humanitaria, enviando médicos y centros hospitalarios, en catástrofes naturales y conflictos, es enorme.
Famoso cuadro sobre la Revolución
Para concluir, trataré el tema de la inmigración en Cuba. Comúnmente se dice que “todos los cubanos se quieren ir”, pero ¿hasta qué punto es cierta la afirmación y qué esconde detrás? Durante los 30 días que estuve en Cuba me encontré a mucha gente que no quería irse del país y que vivía feliz en él, aunque también hablé con gente que sí quería marcharse.
Conocí a una que estaba tramitando la nacionalidad española para así poder ir luego a México y cruzar la frontera para llegar a EEUU. Para que un cubano pueda salir de la isla necesita disponer de un pasaporte (muy caro para ellos), un permiso y el dinero necesario para viajar. Hasta hace poco tiempo, estas leyes eran bastante más restrictivas, enfocadas de acuerdo a la seguridad nacional del país. Sí que es cierto que existe una diáspora cubana, sobre todo en Estados Unidos (1,5 millones, la mayoría en Florida) y en España (130.000 aproximadamente).
Santa Clara
Pero vamos a ir más allá para comprender mejor el fenómeno. Según Antonio Aja en Al cruzar las fronteras, tenemos que saber que Cuba es un país de migrantes. La mixtura cultural de norteamericanos, españoles, franceses, jamaicanos, puertoriqueños, asiáticos y etcétera es importante.
Con la Revolución, los patrones migratorios cubanos se rompieron, “con lo cual cobraron un protagonismo central los elementos políticos y económicos motivados por la propia evolución del proceso revolucionario”. A partir de allí, muchos sectores abandonaron Cuba, sobre todo la burguesía cubana, cierta clase media y amigos del régimen de Batista. En los años sesenta se registraron casi 400.000 cubanos en Estados Unidos. En las tres siguientes décadas, se fueron una media de 150.000. En general, la inmigración de Cuba a Estados Unidos ha sido notoria, pero no constante, sino por épocas.
En los años noventa, por ejemplo, el “periodo especial” y la mala situación propiciaron el fenómeno. Cabe decir que el hecho de la existencia de una diáspora tan grande es una factor negativo para el país, famosas son las balsas cubanas. Es peligroso incluso para su estabilidad y su seguridad nacional. Es decir, un país no puede permitir que todos los ciudadanos se vayan a otros a vivir.
La facilidad que tiene un cubano para obtener residencia norteamericana -bajo el supuesto de refugio político– dista mucho de la realidad que viven los millones de inmigrantes mexicanos.
Aja comenta que “La esencia de Cuba como un país de migración, muestra que todos los cubanos son actores o se relacionan de diversas formas con la migración. Descendemos de inmigrantes y nos vinculamos con los que emigran desde la Isla a través de fuertes relaciones familiares y personales; las circunstancias históricas y de la vida política marcan la conformación de una cultura de la emigración, en un mundo donde la movilidad de la población a escala internacional constituye uno de los problemas globales de mayor complejidades”
El viaje hacia Santa Clara transcurrió con tranquilidad, aunque sabe mal perder un día entero viajando. El agotamiento que produce tantas horas de bus se acaba haciendo insoportable.
Recuerdo una anécdota curiosa. Me estaba meando y fui al baño, en plena autopista. Cuando estaba en proceso, me digné a mirar hacia abajo y veía literalmente el suelo. Estaba orinando directamente al suelo. ¿Ecología o guarrería?
Después de tantas horas llegamos a Santa Clara y desde allí fuimos hasta la Ciénaga de Zapata, el parque natural por excelencia de Cuba y la zona más deshabitada de la isla.
Es una zona pantanosa de Cuba, con miles de especies animales y con unos paisajes preciosos, llenos de bosques, playas y manglares. Los tres días que estuvimos en la Ciénaga nos sirvieron para descansar.
El primer día fuimos a ver cocodrilos y estuvimos relajándonos en la playa, ya que teníamos la casa de alquiler a tan solo unos metros del mar. Pero en la Ciénaga, y concretamente donde dormimos, en Playa Larga, los mosquitos abundan. Mira que yo no soy propenso a las picaduras, pero eso no tenía nombre. Cuando comenzaba a anochecer, salían de caza y te acribillaban. Ni con el espray podías evitarlos. Recuerdo levantarme a medianoche para ir al lavabo y en menos de minuto me picaron como 15 mosquitos en las piernas. Literalmente acabamos huyendo de los molestos insectos al cabo de tres días.
La Ciénaga, más allá de lo bonito y lo natural que es, tiene una historia muy interesante, clave en la Revolución. En ella se desarrolló la invasión de Bahía cochinos, uno de los episodios más emocionantes y heroicos. Dos años después de la Revolución, en 1961, grupos de exiliados cubanos, con el apoyo y la organización de los estadounidenses, hicieron un ejercicio militar contra Cuba.
Durante cuatro días, las tropas revolucionarias y los mercenarios tuvieron una encarnizada batalla. Tuvimos el testimonio de un anciano que vivía a nuestro lado y que nos estuvo explicando con detalle los acontecimientos. Él participó con 13 años. La contraofensiva del ejército de Fidel, que tuvo que movilizar tropas de toda la isla en poco tiempo, logró vencer a la invasión americana.
El siguiente día estuvimos en la Caleta buena. Pagabas 15 CUC y tenías barra libre de comida y bebida en una cala preciosa con aguas cristalinas. Estaba muy bien y no era únicamente para extranjeros. Al irnos de allí nos cayó una tormenta terrible y tuvimos que volver a casa con el taxista, un cubano llamado Chuchi que se mostró muy majo con nosotros.
Por la noche nos “colamos” en una fiesta cubana, en un sitio que se llamaba El bosque. Era un recinto abierto con mesas y un escenario, donde primero vimos un monólogo y luego vino un cantante cubano.
La experiencia del monólogo fue divertida. Nos costaba pillar las bromas, sea por el desconocimiento de su cultura o por el léxico que usaban. El monólogo trataba los temas típicos, como relaciones y fiestas, incluso estuvieron imitando a un árabe. Pero otra cosa que me llamó la atención fue la sátira política, ya que ironizaban sobre el hecho de que no podían viajar por el precio, que tampoco podían comprar carne de ternera y que cobraban poco.
Al día siguiente, después de dos borracheras, fuimos a la cueva de los peces, una lago de 70 metros de profundidad que conectaba con el mar. Había tantos mosquitos que tuvimos que irnos pronto. Estuvimos alargando el día en una playita al lado hasta que definitivamente decidimos volver a La Habana, a el Vedado, al barrio.
Lo primero en lo que pensamos cuando aparece la palabra Cuba es la música y el baile. Tienen un ritmo impresionante. En cada esquina, en cada bar, en cada lugar, suena música. Sea el precioso son cubano o el reggaetón. Fijaos la de géneros musicales que nos dijeron: guaracha cubana, changui cubano, yuka cubana, palo cubano, mozambique cubano, dengue cubano, conga cubana, son cubano, rumba cubana, salsa cubana, casino cubano y el guaguanco.
Y es que esa mezcla de culturas hace que musicalmente Cuba sea increíble. Hay miles de grupos musicales y el Estado lo fomenta mucho. Los instrumentos típicos son las maracas, el tres (una guitarra de tres cuerdas), los bongos, el contrabajo, las claves y el güiro. De Cuba han salido músicos de renombre como Benny Moré, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Celia Cruz, Antonio Machín, Sara González y los conocidísimos Buena Vista Social Club.
El reggaetón ha llegado con mucha fuerza al país desde hace unos 10-15 años. Escuché muchas críticas al mismo, pero está totalmente aceptado en la sociedad y es la música más escuchada por los jóvenes. Pero es que los mayores se saben algunos temas. Un cubano me lo describió así: “El reggaetón ha invadido Cuba”. Aprendimos a convivir con eso y algunos –lo reconozco- acabamos enganchados a algunas canciones.
Además de cantar y tocar instrumentos, a los cubanos les encanta bailar, sobre todo la salsa, que combina el son, el jazz y otros ritmos latinos. Otro aspecto que me llamó la atención fue el amor que le tienen al flamenco. Camarón y Paco de Lucía son ídolos. La fiesta y los carnavales constituyen una de las esencias de Cuba. Concretamente el de Santiago de Cuba dura más de un mes.
En el deporte los cubanos son especialmente buenos, pese a ser solamente 11 millones de personas. Se trata de un aspecto que potenció mucho la Revolución y que se traduce, por ejemplo, en los buenos resultados que obtienen en los Juegos Olímpicos. El deporte más practicado es el béisbol-por cierto, me compré un bate-, pero también son especialmente brillantes en atletismo, boxeo, lucha grecorromana, judo y voleibol. Es el segundo país americano con más medallas, solamente superado por Estados Unidos. En el medallero histórico de los JJOO ocupan el lugar número 18.
La religión en Cuba también me acarreó mucho debate interno. Cuando el papa Francisco visitó La Habana el pasado febrero, miles de personas fueron a a recibirlo. Incluso vi todavía pegatinas y carteles del aquel viaje. Muchos deben pensar que como Cuba es un país socialista desde hace más de medio siglo la religión ha dejado de existir.
Pero no. Aunque la religión no tiene mucha influencia en el Estado, en Cuba la gente es religiosa, sobre todo catolicismo, a lo que hay que sumar una gran dosis de santería traída desde África por los esclavos negros. Es lo que llaman sincretismo. Conocí a varios ateos, aunque tuvimos las típicas conversaciones de “Dios fue el primer comunista” o “los valores del cristianismo, bla bla”.
Algo que nos sorprendió fue el tema de la santería. Iba caminando con un amigo por el Malecón habanero cuando apareció una mujer que llevaba una sandía envuelta en una bolsa de plástico y la tiró al mar. ¿Qué carajo? Le estuvimos dando vueltas, confiados de que eso no era una expresión de la educación cívica cubana. Seguimos preguntando y nos dijeron que la santería es una creencia muy extendida en Cuba, de orígenes africanos, basado en rituales.
Los orishas son los dioses que median entre Olofi -similar al dios cristiano- y los creyentes. Atando cabos, llegamos a la conclusión de que la mujer había tirado el melón por una especie de ritual para curar a los enfermos o algo así. Hay mucha gente que se quiere dedicar a la santería, y para ello uno tiene que hacer ceremonias durante un año y vestir de blanco. Cuando veíamos a gente de blanco pensábamos que eran las famosas Damas de Blanco -disidentes cubanas-, pero no: eran aspirantes a santeros.
Otro día, hablando con un habanero de 22 años que era un RRPP de un grupo de música, tuve otra sorpresa con esto de la santería. Estuvimos charlando un rato y me comentó que había estudiado Economía y, hablando sobre el futuro laboral, me explicó que el se dedicaba a la santería. Era un chaval normal. Y me quedé sorprendido. Me comentaba que le gustaba su trabajo, que lo hacía por raíces familiares y que quería dedicarse a eso. Y aún sigo sorprendido. No me quedó exactamente claro qué hacía.
Por último, el arte impregna la vida cubana. Mucha gente se dedica a la pintura, a la escultura, a la cerámica, a las artes gráficas, así como a la literatura y al cine. Todo lo que uno compra en Cuba es artesanal. Me traje muchos recuerdos. Sean pequeñas esculturas o camisetas, su producción es siempre artesanal.