Competir y perder

Los días de competición se me hacen especialmente duros. Me dificultan el sueño y me obligan a madrugar. Me produce miedo y los nervios se me meten en el cuerpo.

Me recuerdan en cierta manera a los días de examen o a los que te vas de viaje. Necesitas descargar antes de salir al Tatami o antes de rellenar el examen. 

Competir en Jiu Jitsu Brasileño quiere decir probarse junto a gente de tu nivel (peso y cinturón). Implica salir al Tatami a luchar, a disfrutar, a cansarse, a sufrir, y a tener que rendirte cuando no puedes contra tu adversario. 

En el combate sucedió una cosa curiosa. Lo pararon porque tenía el kimono ligeramente roto (un pequeño corte en la rodilla), y me dijeron que o me lo cambiaba o no podría seguir.

Gracias a los colegas del equipo pude continuar, ya que me lanzaron otro kimono desde la grada. 

Haciendo guardia.

Me lo cambié y seguí el combate. En esos momentos llevábamos unos tres minutos de combate. Al cambiarme el kimono tuve una sensación muy extraña, como si ya no jugase en casa. Me quede sin energías. 

Al volver de nuevo, mi contricante me pasó la guardia hasta que finalmente me pilló la espalda y me finalizó con bow and arrow, también llamada suicidio. Era la primera finalización que me llevaba y mi primera competición en cinturón azul.

Mi contricante era realmente bueno. 

Como con cada derrota, siempre queda un sabor agridulce por lo que podrías haber hecho y no hiciste.

Solamente queda entrenar más y estar psicológicamente preparado. Eso requiere más rabia, más cardio, mejor gestión de nervios y mejor estado de salud (maldita alergia estructural primaveral).

La organización fue bastante pésima. De acuerdo a los horarios previos, salía a luchar a las 13:00, y acabé saliendo a las 16:10, por lo que tuve que esperar tres horas comiéndome los mocos.