Anarquía en Nápoles

Julio 2017

Dentro de cada país uno puede encontrar diferencias radicales. No es necesario irse a una perspectiva de país. Únicamente observando una ciudad veremos profundos contrastes. Véase, por ejemplo, la diferencia entre Pedralbes (barrio de Barcelona) y San Roque (barrio de Badalona), separados por tan solo unos kilómetros. 

Estas son las consecuencias de las disparidades del centro y la periferia, del desarrollo urbano capitalista. El máximo ejemplo de ello debe ser China. Una China rural semifeudal en el Sinkiang y una China de rascacielos de Shanghái más poderosa que Nueva York. Pues bien, en Italia, como en todos los países, regiones, ciudades y demás, las relaciones centro periferia se reproducen. 

Así como hay muchas Españas y muchas Chinas, también hay muchas Italias. Si creemos, de manera casual, que en España hay muchas diferencias entre Norte y Sur (otra teoría para explicar las desigualdades), en Italia se reproduce más aún. Y es que resulta un tema común de conversación sobre Italia. 

Visité Venecia hace dos años y me sorprendió por el lujo, los precios y los turistas. El norte italiano es la región más próspera económicamente hablando, con ciudades como Milán y Turín.  Próximo a la Europa desarrollada continental, el norte de Italia se ha desarrollado mucho más que el Sur. No hace falta ser un experto para conocer esta realidad. El imaginario colectivo del norte de Italia es rico y moderno, el del sur es mafioso, caluroso y pobre. El libro Gomorra (2007), del periodista napolitano Roberto Saviano, me acompañó en el corto pero intenso viaje por Nápoles y Roma, y que por supuesto recomiendo a todos los interesados en la mafia italiana.

En líneas generales Nápoles me encantó. Además de la vida underground que la define, arquitectónicamente hablando tiene zonas muy bonitas y tiene una atmósfera única. Aun así, creo que el término underground queda demasiado forzado para la ciudad. Underground es Berlín, la ciudad libre de Christiania en Copenhague o algunos barrios de las ciudades occidentales. La subcultura napolitana va más allá: es la ciudad sin ley de la Unión Europea. Lo underground allí es lo común. Y no solamente son jóvenes grafiteros y artistas, sino todo el mundo. 

Seguramente, lo que hemos oído de Nápoles hasta el momento es mafia y pizza. Y efectivamente, la camorra es una de las mafias más poderosas de Europa y del mundo y la mejor pizza del mundo es la margarita napolitana, o al menos eso dicen. 

Lo poco que conocía de Nápoles era el Quaertiri Spagnoli (el Barrio Español), del que me habían hablado como la zona más peligrosa de la ciudad, lugar donde nos hospedamos. Durante el día, el Barrio Español (lugar donde residió la armada española en el siglo XVI para evitar las revueltas) desprende una energía increíble. La vida callejera, los vendedores ambulantes, los grafitis, las motos, el tráfico anárquico y la ropa tendida en los balcones. 

El barrio español

Dormimos en un Airbnb de unos hippies napolitanos muy simpáticos, ya que no encontramos ni hostales a precios asequibles ni couchsurfings. Me recordaba a El Raval barcelonés pero sin esa gentrificación galopante que lo arrasa absolutamente todo. 

Llegar al piso costó lo suyo. Un metro laberíntico, con pocas indicaciones y bastante sucio complicaba ubicarse. Todo el mundo se colaba. En alguna que otra entrada estaban incluso las puertas abiertas. Sabíamos la parada donde teníamos que bajarnos, pero luego tocaba callejear por los confines de ese misterioso y apasionante barrio. Hasta que llegamos, después de preguntar con dificultades a algún que otro napolitano. De hecho, no hablan casi nada de inglés, pero entienden más o menos el castellano.

Acompañado siempre de la mochila el local, sea de donde sea, te mirará extraño, preguntándose “¿Qué haces por aquí?”. De hecho, a mí en mi barrio me ocurre lo mismo. Si veo a mochileros paseando por mis calles, me sorprenderé y me haré las mismas preguntas, me resultará extraño. ¿Qué se le habrá perdido en mi barrio?, si no hay casi nada qué hacer, pregunta que me han repetido en más de un lugar.

Pero muchas veces, el mochilero busca eso. Alejarse y meterse en los lugares más recónditos y explorar lo desconocido. Porque como suelo repetir, el mundo es un lugar más seguro del que creemos. Además, el sentimiento de curiosidad que tenemos los locales muchas veces se traslada en hospitalidad, en querer ayudar al que anda perdido.

De Nápoles recomiendan que cuides tus pertenencias mientras paseas por las calles debido a los numerosos ladronzuelos que transitan. No enseñes la cámara, ni el reloj, ni el móvil. En mi caso no suelo tener problema porque mis objetos tecnológicos no suelen ser muy llamativos. Aun así, la sensación de peligro para mí no existió si sabes lo que haces en todo momento. Como en cualquier lugar del mundo, sea Barcelona, sea Nápoles o sea Tirana, hay lugares por donde uno no debe pasar a ciertas horas. Son percepciones y acciones de sentido común. Locos te los puedes encontrar en cualquier sitio.

Callejear por Nápoles, partiendo de la transitada Vía Toledo, es bastante divertido, por la de cosas inesperadas que te pueden pasar. Normalmente tenemos una idea de Europa distorsionada (limpia, democrática, inclusiva, etc) que en realidad suele distar mucho de la realidad. 

Como hay muchas Italias, hay muchas Europas. Pasear por Nápoles implica valentía con los vehículos, en el que si estás acostumbrado a pasar en verde te vas a llevar más de un susto. El ritmo social napolitano es diferente, y cruzar la calle supone no frenarse y confiar en que nadie te atropellará. Una vez uno se adapta a la anarquía ya lo ve como lo común y ya puede desafiar al tráfico napolitano. A la vez que las leyes de la jungla del tráfico, te sorprenderás de los gritos, de la basura en las calles, de los adoquines salidos, de las pescaderías callejeras y de las motos conducidas por niños de 11 años sin casco. Se suele decir que es un territorio sin ley. Hay leyes, pero dominadas por el Sistema.

Además de lo underground, Nápoles dispone de una riqueza arquitectónica importante: iglesias, museos, plazas y lugares emblemáticos. En definitiva, un gran patrimonio histórico-cultural. A tan solo unos kilómetros está el monte Vesubio, un volcán que inundó de lava a la histórica ciudad de Pompeya, que tuve la oportunidad de visitar. El tren –underground, cómo no- cuesta unos pocos euros. Siempre con el carnet de estudiante para los descuentos, visitamos a la enorme ciudad –con un calor apabullante- en la que se mantienen las ruinas de hace prácticamente 2000 años.

Pompeya, la ciudad de lava

La pizza, concretamente, la Margarita, es la comida por antonomasia del millón de napolitanos que residen en la ciudad. A precios bajos, alrededor de los 4-5 euros, uno puede disfrutar de la mejor pizza que probablemente probará en su vida. Como amante de las pizzas extrañas (siempre me gusta pedirme sabores extraños, incluso piña), en Nápoles no había variedad apenas. ¿Cómo podía ser que la ciudad de las pizzas únicamente tuviese Margaritas? 

Lo cierto es que una Margarita napolitana es mejor que cualquier pizza de cualquier sabor que haya probado anteriormente. Una masa sabrosa y crujiente por los bordes, queso y tomate de la región y la particular hoja de albahaca en el centro producían un orgasmo en tus papilas gustativas. La pizzería más famosa, Di Michele, abierta desde hace 150 años, puede suponer una espera de más de 2 horas. Una simple pizza de 5 euros. La experiencia vale la pena. Si no estás en el momento en el que dicen tu número, te quedas sin. Has de estar atento a las llamadas del cerrado italiano de Nápoles, o incluso del idioma napolitano, una lengua hablada en el sur y en el centro de Italia. Casi me quedo sin pizza por un despiste.

También conocía el Secondigliano, el barrio donde reside la mafia napolitana, situado en las afueras de la ciudad. Para echar un vistazo, realice este recorrido por Google Maps o checkea el videoclip Le monde ou rien del grupo de trap francés PNL. Dicen que es el barrio más peligroso de Europa, donde no pueda entrar la policía ni gente que no forme parte de los clanes del Sistema (término acuñado por Saviano para definir al entramado mafioso). El Secondigliano es el centro neurálgico de la mafia, mientras que su producción se realiza en la periferia de la ciudad. Los negocios llegan prácticamente a todos lados del mundo y también poseen relaciones –malas o buenas- con otras mafias, empresas, políticos…

El inmenso puerto de Nápoles, uno de los más grandes de Europa, está sucumbido a la economía china. Saviano explica que “es una peculiaridad difícil de entender, pero las mercancías tienen una extraña magia, consiguen estar sin que estén, llegar aunque no lleguen nunca”, haciendo alusión al vacío legal que existe. En la actualidad, los puertos están totalmente alejados de las ciudades. En un pasado, el puerto era una de las ágoras de la ciudad. Hoy en día, son lugares privatizados en los que operan los barcos de contenedores que se ocupan del transporte de la gran mayoría del comercio mundial. El puerto de Nápoles está dominado por China, siendo uno de sus principales centros de operaciones en Europa.

Para seguir sabiendo sobre Nápoles y la mafia recomendaría seguir con Gomorra, para poder seguir descubriendo los entramados que ocurren. La riqueza del periodismo de investigación de Saviano no deja indiferente. Abruma. Tanto su manera de narrar, muy peliculera pero realista, como en los métodos de la Gomorra. No se sabe con exactitud cuánto % del PIB está en manos de la economía mafiosa en Italia, se habla de entre un 7 y un 10 por ciento. Una mafia basada en el negocio de las armas, los téxtiles y la construcción. El ladrillo domina el sur de Italia, el mejor entramado empresarial que, además de generar unas cantidades estratosféricas de dinero, conlleva a la dependencia de la política frente a la mafia, que permanece sucumbida a los desmanes camorristas.

Además de la economía criminal, las muertes, 4000 en los últimos años, convierten a la mafia camorrista en una de las organizaciones más asesinas de Europa. Disputas entre clanes, civiles colaterales, curas que intentan lidiar los problemas, políticos honestos… todos ellos pueden terminar en la cuneta si hablan o actúan más de la cuenta. La Camorra mantiene lazos con los narcos colombianos, la mafia albanesa, etc. y tiene células en muchos lugares de Europa. Al igual que la cocaína –ZeroZeroZero es otro libro de Saviano que explica el negocio de la coca en el mundo-, la mafia está presente en todos los rincones. En Nápoles se manifiesta con más intensidad. Pero también existen los narcos gallegos, los bussines man de la city londinense, el clan Pujol en Cataluña y un largo etcétera.

Nápoles es todo esto. Una ciudad viva y enérgica, a la vez que anárquica y sin ley, pero con mucho encanto y diversas actividades a realizar. Pizzas increíbles en una parte Italia que sufre de un racismo galopante por parte del norte, que son llamados “moros”. Una muestra de una desigual Italia. Una rica oferta cultural acompañada de interesantes callejeos que dejan perplejo y unos precios más que asequibles en comparación al resto de Italia. En definitiva, la presencia de la Mafia, que no se ve pero se percibe.