Bienvenido a Escocia

Octubre 2017

Aterricé en el aeropuerto de Edimburgo un 4 de octubre.

La ciudad me había recibido con nubes, lluvia y un viento que se notaba desde fuera. Al salir del avión respiré profundamente y pensé “joder, que frío hace, y aún estamos en Octubre”. Recordaba estar en Barcelona a 15 o 20 grados y de repente Escocia te golpea en la frente. 

Prados verdes en todos los rincones

La esencia de Escocia es exactamente esa. Un territorio hostil climáticamente hablando, en el que el viajero se sorprende al llegar.  Con prácticamente todos los allegados que estuvieron de visita o personas españolas que conocí se preguntaban lo mismo ¿cómo se puede vivir aquí con este clima? 

Incluso viniendo en verano, época de más apogeo turístico, la atmósfera se torna cambiante, incesante e imprevisible.

Como dicen los habitantes de Edimburgo y Escocia en general, en su país pueden ver las cuatro estaciones en tan solo un día. Es decir, puedes disfrutar de sol, lluvia, viento y nieve en tan solo unas horas. Mal que pese, esta afirmación es completamente cierta y forma parte del día a día allí. 

Esos gigantescos prados verdes son consecuencia de todo esto. El clima es, ante todo, el condicionamiento número uno de la vida cotidiana. No depende de ti. No puedes hacer nada, simplemente aceptar que planificar no sirve de nada. O haces los planes o no los haces.

Por ello, hablar del tiempo pierde el sentido. No hay edificios altos y por lo tanto no hay ascensores, así que olvídate de comentar si hay que llevar paraguas o salir abrigado. Da por hecho esa hostilidad.