Abrigarse en Escocia

Enero 2018

Tres capas siempre eran suficientes. Nevase, lloviese o estuviese la calle congelada. No hacía falta nada más. Camiseta, sudadera o jersey y una chaqueta de invierno. Ese mismo patrón se reprodujo durante todo el año, excepto entre junio y agosto, en el que la hostilidad climática comenzó a cesar. 

En este sentido, el verano no existe. El clima de Edimburgo se divide entre 8 o 9 meses frío y 3 o 4 de menos frío. Es decir, tres cuartos de invierno y un cuarto de primavera. El otoño se marchita rápidamente, y de repente has de comenzar a salir un poco más abrigado. 

Conviene abrigarse, pero no en exceso

Aunque abrigarse de más no es la solución a los problemas. Es una creencia casi mitológica para eso que se dice de “no pasar frío”. Lo único que hará es sentirte más pesado, creyendo que eres capaz de desafiar a las leyes de la naturaleza. 

Y efectivamente no puedes. Vale más la pena tener buenas capas que no muchas capas, ya que el aire y el frío se cuelan entre esas capas y van generando espacios de frío que se vuelven desagradables al paso del rato. El frío es cuestión de percepción.

Pese a todo esto, la auténtica clave reside en el estilo de vida. Cuando hace frío o mal tiempo, estar en la calle pierde el sentido. Así que el espacio público abierto está para transitar, por lo que implica movimiento. Y cuando se está en movimiento, no se tiene frío. 

A finales del invierno pasado volví caminando a casa del trabajo. Eran unos cuarenta minutos a paso rápido. Las dos de la mañana y una temperatura de menos cinco grados. Me puse mis tres capas, mi gorro y mis cascos. Y todo siguió tranquilamente hasta llegar a casa, sin inmutarme de la baja temperatura. 

Bienvenido a Escocia

Octubre 2017

Aterricé en el aeropuerto de Edimburgo un 4 de octubre.

La ciudad me había recibido con nubes, lluvia y un viento que se notaba desde fuera. Al salir del avión respiré profundamente y pensé “joder, que frío hace, y aún estamos en Octubre”. Recordaba estar en Barcelona a 15 o 20 grados y de repente Escocia te golpea en la frente. 

Prados verdes en todos los rincones

La esencia de Escocia es exactamente esa. Un territorio hostil climáticamente hablando, en el que el viajero se sorprende al llegar.  Con prácticamente todos los allegados que estuvieron de visita o personas españolas que conocí se preguntaban lo mismo ¿cómo se puede vivir aquí con este clima? 

Incluso viniendo en verano, época de más apogeo turístico, la atmósfera se torna cambiante, incesante e imprevisible.

Como dicen los habitantes de Edimburgo y Escocia en general, en su país pueden ver las cuatro estaciones en tan solo un día. Es decir, puedes disfrutar de sol, lluvia, viento y nieve en tan solo unas horas. Mal que pese, esta afirmación es completamente cierta y forma parte del día a día allí. 

Esos gigantescos prados verdes son consecuencia de todo esto. El clima es, ante todo, el condicionamiento número uno de la vida cotidiana. No depende de ti. No puedes hacer nada, simplemente aceptar que planificar no sirve de nada. O haces los planes o no los haces.

Por ello, hablar del tiempo pierde el sentido. No hay edificios altos y por lo tanto no hay ascensores, así que olvídate de comentar si hay que llevar paraguas o salir abrigado. Da por hecho esa hostilidad.