Agosto 2017
Cruzamos la calle y nos encontramos con Milan. No sabíamos su aspecto. Él nos tenía que reconocer, lo que no era especialmente complicado. Localizar a dos mochileros perdidos es llamativo para cualquier local.
- Hello guys!!! Davide and Martin?
- Yes man!!!! What a day in the Serb train!!!
- Come on to my house. Go! How was the day?
Desde el minuto número uno ya hubo conexión. Caminamos dos minutos y llegamos a su piso. Un hogar de soltero: pequeñito y agradable. Una habitación para nosotros, con una cama familiar bastante estrecha. Pero ya estábamos preparados para todo. Con tener un hogar cálido y mínimamente cómodo nos adaptamos a cualquier lugar para dormir. Dejamos las mochilas, nos acomodamos un poco y fuimos al salón.
El primer ofrecimiento fue una cerveza, la cual no pudimos rechazar. Y es que en Serbia se bebe bastante como veríamos. De acuerdo a las estadísticas, Europa es el continente en el que más alcohol se bebe. Medio litro de cerveza no sentó mal. Tras la cerveza seguimos charlando y nos ofreció un café, a lo que también asentimos.
Nos preparó un café diferente, que luego me enteré que era turco. No turco de producción, sino de manera de hacerlo. Tenía un gusto ligeramente diferente, más espeso y con un toque de tierra. Cuando uno se toma este tipo de café ha de saber que no se ha de beber entero, sino dejar el final y, además, no removerlo. Este café se hace con una herramienta llamada “cezve” y se suele consumir con un vaso de agua.
Según tengo entendido, en España, o por lo menos en Barcelona, el café se servía siempre con un vaso de agua. Ahora no ocurre eso: si quieres el agua la pagas. Pero en todos los países de los Balcanes tendrás siempre un vaso de agua que lo acompañará. El café en los Balcanes está ampliamente extendido por la región, siendo éste una de las muchas tradiciones y costumbres que dejaron los otomanos durante los cinco siglos que gobernaron la región.
Seguidamente, Milan nos propuso ir al Forest. Go to the forest. Una de nuestras reglas en el viaje era siempre decir sí, pero sin malinterpretaciones obscenas y maléficas. Tras los dos días de cansancio el cuerpo nos pedía descanso, pero aceptamos la atractiva propuesta que nos hizo. Ir allí y cenar con unas cervecitas. Más allá de que uno esté cansado, si nada más llegar te ofrecen un plan aparentemente decente no puedes negarte. Forma parte de la hospitalidad y de las experiencias tipo couchsurfing.
Caminamos durante unos 15 minutos en plena oscuridad, en lo que parecía una especie de Montjuic versión Belgradense, hasta que llegamos al Forest. Era una especie de bosque-descampado donde habían mesas, un bar y bastante gente. Un ambiente bastante agradable, acompañado de gente tocando la guitarra y demás cosas.
No habíamos cenado y fuimos a buscar algo de comida. Me quedé guardando una mesa y ellos fueron a por algo de comer y beber. Volvieron a los diez minutos con tres cervezas y un plato enorme de salchichas y patatas. Todo eso había costado unos cinco euros. Este fue uno de los precios que más nos impactó, ya que Hungría era más cara. Extremadamente barato nos pareció, pero en comparación a lo que venía en las próximas semanas, Serbia era incluso de lo más caro.
Nos levantamos tarde la mañana siguiente y estuvimos haciendo el perro todo el día, merecidamente. Hablando con Milan bajo la frescura de un necesario aire acondicionado que nos protegía de la ola de calor. Literalmente, no se podía salir a la calle hasta las ocho de la tarde, como en Córdoba o Sevilla.
En principio, queríamos visitar algo de la ciudad, ya que al hacer estancias cortas en los lugares que visitábamos no podíamos quedarnos sin hacer “nada”. Pero ese nada era realmente nuestro viaje. Ese nada lo era todo, que era lo acababa siendo barrioviajar. ¿Por qué?
El turismo estándar suele ser ver los monumentos, pasear por el centro y comer algo típico. No estoy en contra de ello, pero normalmente me resulta monótono si no hay una mínima interacción con los locales. No podrás absorber toda la información, verás una realidad desde fuera. Además, en general, en los Balcanes, el turismo no es igual que en Europa Occidental.
Hay muchas menos infraestructuras turísticas (obviando Croacia y la costa montenegrina), por lo tanto menos turistas y menos cosas a ver, o como he dicho antes, “nada”. Y ahí es dónde radica la gracia, ya que en los dos días que estuvimos con Milan no salimos de su barrio, Zvezdara, y estuvimos conviviendo con él. Milan fue posiblemente la persona que más nos marcó del viaje, por la conexión y la buena onda que tuvimos desde el principio. Un hombre de unos 35 años que lleva más de diez años haciendo couchsurfing, hospedando gratuitamente a más de 350 personas en todo este tiempo, por lo que habrá conocido a todo tipo de viajeros variopintos.
El “nada” del que hablo fue ir a la piscina e ir al bosque. ¿Qué mejor manera de pasar el calor que en una piscina serbia? Estuvimos varias horas de remojo, que estaba repleta de serbios intentándose poner morenos. Tal cual es así que Milan se quemó y nosotros apenas no, al cual se le marcaban las gafas de sol en la cara.
- You feel a like a guiri, Milan.
- What is that?
- We use guiri to refer the typical tourist in Spain.
Durante el transcurso del día me llamaron la atención varios aspectos, como el sentimiento antiamericano que existe en la mentalidad serbia. Son bastante anti OTAN, anti Estados Unidos y anti Unión Europea. La explicación: la historia. Es decir, la humillación a la que fue sometida el pueblo serbio frente a las potencias occidentales, derivado de los acontecimientos sucedidos durante la Guerra de los Balcanes.
Tras varias sanciones económicas a la antigua Yugoslavia, son especialmente conocidos los constantes bombardeos sobre Serbia y Belgrado por parte de la OTAN, debido a los sucesos de limpieza étnica en Kosovo. Estos fueron televisados por Javier Solana, exministro del PSOE y en ese momento secretario general de la OTAN, una de las figuras europeas más influyentes en los quehaceres internacionales. El sentimiento antiamericano se veía contrarrestado por una fuerte estima hacia la figura de Vladimir Putin y, en general, a la cultura eslava y a la religión cristiana-ortodoxa.
- What is your opinion about Javier Solana, Davide and Martin? Do you know who is him?
- Well, I know. He’s from PSOE and I don’t know about his self-history.
- He is the greatest motherfucker of the world. The worst thing in the world.
Por la noche fuimos, de nuevo, al bosque, y pasamos también por un bonito mirador que permitía ver la parte este de la ciudad. Ésta era la última noche en casa de Milan, ya que al día siguiente venía un canadiense mediante Airbnb. Era una pena porque nos queríamos quedar más, pero tuvimos que buscar hostales para quedarnos un par de días más. Belgrado nos estaba encantando, pero siempre corríamos el riesgo de “pajarear”, ya que en realidad teníamos los días contados. Así que buscamos por internet y encontramos un hostal por unos 7-8 euros que parecía bastante decente.
Con Milan, más allá de debates políticos y de asuntos internacionales, hablamos de la vida, y como buenos viajeros, de viajar. Me marcaron unas palabras suyas:
- Every time that you travel you open your mind. You improve your emotional intelligence.