Julio 2018
La última parada del viaje era Boston. A diferencia de las dos ciudades anteriores, Boston refleja un clima menos estadounidense. O menos del que quizás me acostumbré a ver por allí. El cansancio y el calor eran enemigos, pero esta agradable ciudad resultaba mucho más relajante que las anterior. Excepto la zona financiera, repleta de rascacielos, el resto de la ciudad es más atractivo, con barrios muy clásicos como el de Beacon Hill.
Boston, además, tenía un toque más pijo, reflejado en sus precios y sus gentes, en el que los vagabundos pasaban a ser blancos. El plato estrella de la ciudad es el bocadillo de langosta, con un coste de mínimo veinte euros en las zonas turísticas. Alrededor de Quincy Market, muy cercano a zona comercial de la ciudad, hay multitud de bares y un gran mercado. Ese ambiente costero le daba un toque especial.
Probé las langostas y ojo, cuidado con las propinas, que en Estados Unidos son de media entre el 10 y el 18 por ciento del total de la compra. Si no haces eso, los trabajadores te miraran mal. En España nos conocen por dejar pocas propinas, así que prepárate porque quizás te preguntan si no te ha gustado la comida. En Estados Unidos, según comentan, los camareros ganan más dinero con las propinas que con el propio sueldo.
Si Boston destaca por algo, además de los Boston Celtics y Larry Bird, es por ser una de las capitales universitarias del mundo, donde se encuentra Harvard y el MIT, dos de las instituciones universitarias más prestigiosas del mundo. La visita a Harvard es obligatoria, la cual se encuentra a unos veinte minutos del centro de la ciudad. ¿Qué debe ocultarse en esas bibliotecas subterráneas?
Como era de esperar, Boston también tiene su respectivo barrio chino, en el que todo literalmente está en chino. Había unos viejas jugando a las cartas…¿que nivel de adaptación deberían tener en la sociedad estadounidense? Estados Unidos es un lugar de mini lugares.
El baile de la oca abajo. Por casualidad, un día íbamos caminando Boston y nos topamos con una espectacular orquesta que estaba haciendo un ensayo. Cuando la música empezó a sonar, a la vez que anochecía, las ocas salieron del lago y se dirigieron al césped tranquilamente. Se quedaron disfrutando del concierto, aprovechando también para defecar y dejar el césped lleno de mierda. Seguramente, la mierda de oca ayuda de alguna manera al césped. Cuando la orquesta acabó, las ocas volvieron al lago. Interacciones del mundo animal.