Mayo 2019
La reconocida novela Ali y Nino (1937) del misterioso Kurban Said ejemplifica a la perfección esa alma caucásica. El libro trata de una relación amorosa entre una princesa georgiana, Nino, y un aristócrata azerbaiyaní, Alí. Se desarrolla en el periodo que va desde finales de la IGM (1918) hasta la invasión rusa de Bakú.
El contexto en el que nos sitúa Said es apasionante: un Bakú cosmpolita y próspero, consciente de su poderío petrolífero. En esos andares, grandes acontecimientos internacionales suceden prácticamente al mismo tiempo, y esta joven pareja se encuentra entre medio.
A lo largo del libro se exploran los diferentes tópicos entre Europa y Asia.
Nino encarna más la visión europea, deseando irse a vivir a Berlín o París. En cambio, Alí prefiere irse a Moscú o Teherán, mostrando una idea más asiática. Se abordan cuestiones como el alcohol (el cual Ali, musulmán, lo ve como una degradación del hombre), el velo (el cual Nino, cristiana ortodoxa, se siente irritada e indefensa por haber de llevarlo en Irán) y los papeles del hombre y la mujer (Nino ruega a Ali que no vaya a la guerra).
Ali y Nino es al fin y al cabo una representación de la cosmovisión caucásica, que a lo largo de mis estancias en Georgia pude contrastar. El libro me acompañó enormemente en mi visión sobre el terreno. Prácticamente los mismos debates de hace un siglo siguen estando presentes, y estos muchas veces pueden servir para aproximarnos a Europa o Asia, una distinción imposible de distinguir, y por tanto tremendamente politizada.
La eternidad de este debate no es únicamente una cuestión caucásica. Se puede decir lo mismo de Estambul, Sarajevo o Moscú.
Pregunté a varias de mis amigas georgianas y azerbaiyanas acerca de la novela, así como estuve charlando sobre el concepto de Europa, Asia y su identidad. La variedad de las personas con las que charlé al respecto fue enorme y pude encontrar visiones muy diferentes. Algunas eran modernas, otras más tradicionales e incluso otras pertenecían a minorías étnicas.
Una chica azerbaiyaní me decía que Azerbaiján estaba en Asia, y que por lo tanto, era asiática. Las fronteras están delimitadas por Rusia e Istanbul, me decía. Otra me dijo que creía en Dios, pero que no era muy religiosa, y que en Azerbaiyán las nuevas generaciones se estaban aproximando hacia Europa. Otro chico me confirmaba su ateísmo.
Respecto a las georgianas, una de ellas, perteneciente a una minoría, me dijo que se sentía asiática. Otra que se sentía más europea, y otra que Georgia estaba cada vez más mirando hacia Europa.
Creo que para definirse europeo o asiático uno tiene que saber primero que es Europa o Asia.
La primera constatación es que son continentes, grandes extensiones de tierra divididas por la geografía. Pero con el caso de Eurasia, la división geográfica no existe.
Puede que Francia sea Europa y China sea Asia, pero ¿qué pasa con toda es gran cantidad de países que deambulan entre medio y se ven sometidos a los delirios de las grandes potencias?
El Cáucaso es euroasiático.