Marzo 2016
Pese al frío y las nubes que habían esos últimos días en Berlín, la ciudad me resultó increíble. Era una de esas ciudades que llevaba años con muchas ganas de visitarla. Su agitada historia en los últimos cien años es su rasgo más distintivo, siendo el centro de dos guerras mundiales y representando uno de los símbolos de la Guerra Fría. Es una magnífica ciudad para empaparse de cultura e historia y disfrutar de los submundos alternativos que existen en ella.
En general es una ciudad agradable, con mucha vida, repleta de edificios megalómanos y con una arquitectura muy moderna.
El primer día en Berlín estuvimos haciendo un freetour con un simpático filólogo sevillano que, por una serie de razones inconexas, había acabado de guía turístico en Berlín. Hugo nos explicó en primer lugar que Berlín no es Alemania. Es decir, que la capital funciona diferente al resto del país, tanto económicamente, culturalmente y otros aspectos.
Es la ciudad con más paro de Alemania y de las más multiculturales, con una importante colonia turca proveniente de los años ochenta. De hecho, allí nacieron los kebaps occidentales, o por lo menos eso me han dicho.
Visitamos el “centro” de Berlín, analizamos los orígenes de la puerta de Brandenburgo, el símbolo de Berlín y lugar donde se encuentran las embajadas de las principales potencias mundiales y donde Michael Jackson protagonizó su escena con el niño.
También visitamos el impactante memorial del holocausto, la tumba de Hitler y el checkpoint Charlie, todos monumentos muy cercanos a los otros. Berlín, como otras grandes ciudades alemanas, tambie fué devastada en la Segunda Guerra Mundial.
La ciudad combina la megalomanía tecnológica, los restos de la época socialista y la subcultura urbana underground tan característica de las ciudades alemanas. Representa un centro cultural por la gran cantidad de museos, subculturas y abundantes graffitis y arte urbano. Berlín es la ciudad perfecta para el arte moderno, el techno y las drogas de diseño. El barrio alternativo de Kreuzberg, aunque en proceso de gentrificación, tiene aires parecidos a St.Pauli y Das Viertel. Allí encontrarás pasajes místicos, gentes variopintas y pegatinas alucinantes.
La inconmensurable oferta turística que ofrece Berlín da para mucho tiempo. Ninguna ciudad puede verse en un par de días. Uno podrá consumir cervezas, currywurst (plato berlinés: salchicha cortada, ketchup y salsa curry) y ver la cantidad de osos -de mentira- que hay en la ciudad, ya que son el símbolo de la ciudad y eso dice su bandera. En la época prusiana, el parque central Tiergarten era un bosque en el que habitaban muchos osos, el coto de caza para los reyes.
Estuve en la habitación de hostel más grande hasta el momento. Dormíamos unas 40 personas, no tenía lavabo y hacía un calor brutal. Apenas se podía dormir con tranquilidad.