La soledad del corredor de fondo (1959) de Allan Sillitoe

Noviembre 2020

La soledad del corredor de fondo (1959) de Allan Sillitoe es un compilado de historias dramáticas situadas en los años cuarenta y cincuenta en la Inglaterra industrial. A través de la vida de Colin Smith, el protagonista del primer tercio del libro, Sillitoe, escritor con una biografía singular, nos va introduciendo en ese trágico submundo marcado por los Borstels (correccionales), el alcoholismo, la pobreza y el desamor.

El primero de los relatos es sin duda el más conmovedor y trata del rebelde Smith, un irreverente joven de clase obrera que por un pequeño robo en una panadería es internado en un Borstel, donde descubre su asombrosa habilidad para el atletismo. Mientras Smith corre es capaz de desconectar del mundo y dejar la mente en blanco, liberarse de ataduras, fundirse en la naturaleza; su soledad de corredor le hace reflexionar cómo nunca antes lo había hecho. Las carreras de fondo se convierten en su vía de escape en todos los aspectos, tanto para librarse de sus males como para intentar salir de la cárcel de jóvenes, ya que los policías y gobernadores, a los que Smith odia con toda su alma, muestran admiración por su capacidad para correr.

Luego de “la soledad del corredor del fondo”, en el libro aparecen un conjunto de historias menos relevantes como la del gran Ernest y su relación dos niñas a las que ayuda, la del cuadro de la barca de pesca y la del militar Jim Scaferdale. Todas ellas comparten una idea principal: el rechazo a integrarse en la sociedad.

La soledad del corredor de fondo es una lectura recomendable, aunque dura, para conocer los bajos mundos de la Inglaterra de la Posguerra, un ambiente que resultará familiar si uno ha visto películas de Ken Loach.

“Cuando uno se ha dado un hartazgo del placer de sentirse como el primer hombre de la tierra en una mañana de frío, y ha saboreado el amargor de creerse el último hombre de la tierra en una tarde de verano, al final acaba por ser el único hombre del mundo y no le importa un bledo ni lo bueno ni lo malo”