Mayo 2020
Una buena lectura de cuarentena. El reputado informático y empresario Kai-Fue Lee muestra en este libro la carrera tecnológica entre China y Estados Unidos, centrada en la llamada IA (Inteligencia Artificial), seguramente el avance más importante de la especie humana de los últimos siglos. En un mundo en el que Estados Unidos llevaba el liderazgo absoluto, con el dominio de Internet y Silicon Valley, China ha logrado afianzarse como potencia tecnológica, y muy posiblemente se ponga en cabeza en los próximos años. La historia del país asiático es singular; si hace dos décadas solo había conexión a internet para un tercio de la población, hoy se trata del mercado más emergente.
Los datos parecen ser la clave, y los chinos están más predispuestos a darlos por un supuesto bien común, en cambio, en Europa y en Estados Unidos, la gente es más reticente con su privacidad. Esto muestra las diferencias entre la cosmovisión china, más basada en la colectividad y la diligencia, y Occidente, en el que destaca el individualismo. Todo esto lo ilustra un quehacer histórico: los chinos, han preferido la “copia” y seguir a los maestros; la grandeza se logra a través de los conocimientos de los más sabios. En la cultura occidental, esta grandeza se consigue con el cuestionamiento de la verdad y el debate, como bien enseñaron los griegos.
A los chinos les acusaron de copiones al principio. Y todo esto está en nuestro imaginario colectivo… ¿Quién no relaciona un producto chino con la imitación? ¿Pero qué tiene de malo copiar? Es la única opción que tenían. Lo chino era visto como lo barato y de mala calidad, bueno, y sigue viéndose así, pero cada vez menos. En cambio, lo americano siempre era trangresor y buscaba cambiar el mundo. Pues bien, los chinos ya no son los de antes y tienen un internet gigantesco, con un mercado de 1400 millones de personas y con datos de todo lo inimaginable. El capitalismo chino es feroz y no descansa, pero no se camufla con el buenismo de Hollywood. Lo que quieren, tal y como expresó Deng Xiaoping, es el “enriquecerse es glorioso”.
Hoy en día, los siete gigantes corporativos de la IA son Google, Facebook, Amazon, Microsoft, Baidu, Alibaba y Tencent. Las cuatro primeras son americanas y las tres últimas son chinas. Como nos damos cuenta, nuestros datos pertenecen a compañías de Estados Unidos. En los próximos años asistiremos con fiereza a esta disputa tecnológica y empresarial por los datos y por la Inteligencia artificial entre estos dos imperios, veremos a la vez como la IA está cada vez más presente en nuestras vidas.
Las tres primeras partes del libro hablan sobre esto, pero seguidamente Kai-Fui Lee introduce la cuestión de las distopías y las utopías, del miedo a que la tecnología produzca un mundo más desigual. La brecha digital entre los países que despunten en la IA y los que no será bestial, al igual que lo será dentro de los propios países. Así que si este mundo es inevitable, y con el coronavirus parece más que evidente, necesitamos darnos cuenta de que la IA debe ser regulada y que se deben solucionar estas oscuras cuestiones para no acercarnos a Matrix.
Paradójicamente, el investigador tuvo una iluminación cuando le diagnosticaron cáncer hace unos años. Allí se dio cuenta que por mucha tecnología que tuviese, lo único que le quedaba era el amor y su familia. Y esta es la bondadosa recomendación de Kai-Fu Lee: la IA está bien y mejorará el mundo, pero debemos estar preparados para luchar contra sus efectos perversos. La naturaleza humana está lejos de convertirse en un dato.