Sobre los acantilados de mármol (1939) de Ernst Jünger

Noviembre 2020

Sobre los acantilados de mármol (1939) de Ernst Jünger es una obra profética que causó un gran revuelo al salir a la luz y anticipó lo que pasaría en la Alemania nazi unos años más tarde. Tras su éxito en Tempestades de Acero, en la que el autor explica en primera persona la experiencia de la trinchera de la IGM con pasión, en los acantilados de mármol se produce un notable alejamiento de sus primerizas ideas nacionalistas.

La historia se basa en la vida de dos hermanos, el narrador y Otón, que trabajan de teólogo-botánicos, investigando plantas y animales del país de la Marina, donde habitan. Ellos viven en la Ermita de las Rudas, desde donde ven los acantilados de mármol, que separan a su país de la Campaña. El conflicto de la obra radica en las relaciones entre estos dos países; el primero invoca al mundo tradicional, institucional, sedentario, alegre y místico; el segundo a los pastores, la barbarie, la hospitalidad.

Mientras tanto, la figura del Guardabosque Mayor va sembrando las dudas y el miedo en la región, y comienzan a ocurrir asesinatos y misterios. El aura de tensión y confusión se va haciendo cada vez mayor, y en esto Jünger explica como ciertos poderes ocultos y lejanos van dominando poco a poco, sutil o brutalmente, haciendo una metáfora del ascenso al poder de Hitler (o de otros tiranos). Aunque cómo advirtió el propio Jünger, caer en estas comparaciones puede resultar confuso. El final es un mundo ardiendo, que debe ser abandonado cruzando el lago.

“Sobre los acantilados de mármol” es un libro alegórico, tenso y zozobrante en ocasiones, que conviene estar muy atento al leer, como en todo lo del escritor alemán. Es fácil perderse debido a la prosa mitológica que utiliza, a la detallada descripción física del entorno y a su ambientación atemporal, que combina diferentes épocas históricas. Los mundos de fábula que retrata Jünger, siempre originales y misteriosos, nos muestran una metáfora del orden versus la barbarie. Personalmente disfruté mucho leyendo, yendo lento y contemplativamente, esperando a que el Mal llegase, como si se tratase de una premonición.

“Si nos hacemos la ilusión de que un día podremos llegar a volar, a partir de ese instante preferimos el torpe salto a la seguridad del andar por caminos ya recorridos”

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