Julio 2020
Partir (2006) del escritor marroquí Tahar Ben Jelloun es una desgarradora novela sobre los dramas de la inmigración clandestina. La historia se sitúa en la mágica Tánger –la ciudad de la pasión y la traición–, en aquellos cafés que miran las costas españolas en los que hay jóvenes marroquís fumando kif, bebiendo té a la menta y deseando “partir” y cruzar el Mediterráneo.
Azel –un joven marroquí licenciado en Derecho, guapo, mujeriego, poco religioso y con modales– un día conoce a un aristócrata español llamado Miguel, el cual hace realidad su sueño: partir a España e intentar una nueva vida, fuera de las miserias y desesperanzas de su país natal. A partir de allí, y a través de la interacción con muchos otros personajes, se desarrolla una historia que va de mal en peor y que nos describe con crudeza el drama de la pobreza y de la inmigración, marcada por la convivencia en los bajos fondos llenos de trapicheos, prostitución y falsas promesas en la ciudad de Barcelona.
El libro describe a la perfección la relación entre España y Marruecos, entre el cristianismo y el islam, entre dos culturas que a veces se aman y otras se odian. Las reflexiones van más allá del racismo que tienen los “hispanulis” a los “moros”; se trata al fin y al cabo de una enigmática y contradictoria relación histórica. En ocasiones, el “hispanuli” que ayuda al “moro” es un salvador, un ser benevolente con buen corazón, pero luego puede convertirse en un explotador; y todo eso acompañado de la situación irregular que viven muchos marroquíes en España, su falta de apoyo familiar y económico, las malas influencias de barrios guetto, la dicotomía entre ser “reclutado” o perderse en el kif y los trapicheos…
“Partir” es un libro sobre los sueños –constantes a lo largo de la novela– de partir, de irse a otro lugar –pese a que los africanos dicen que “nosotros partimos siempre para volver”–, aunque muchas veces este no sea la panacea. Es un libro para amar y odiar a Marruecos, para entender sus profundas contradicciones; es curioso también el “racismo” que hay entre los propios marroquíes. “Partir” también explica a la perfección la situación actual que vive Barcelona con la cuestión de los Jóvenes que Emigran Solos (conocidos como MENAs). La moraleja es que muchas veces da igual quien seas, lo que hayas estudiado o la voluntad que tengas; la situación puede comerte y ante todo vas en busca de sobrevivir en la anarquía.
Dice el autor que el inmigrante anónimo “nunca olvida de dónde viene, nuestros orígenes nos persiguen allí donde vamos, uno no se libera de sus raíces tan fácilmente, nos creemos a menudo que hemos cambiado de mentalidad, pero ésta se resiste”.