Septiembre 2020
La novela autobiográfica Martin Eden (1909) de Jack London es uno de los libros que más me ha impresionado. Lo leí a recomendación de mi jefa, que guardaba gratos recuerdos al respecto, y que me dijo: «Cuando acabes de leer Martin Eden, serás un hombre nuevo”. Y le doy la razón: Martin Eden es uno de esos libros que te cambian la visión de la vida. En tramos de la novela me sentí muy atraído –e identificado– por la personalidad de Martin. En esencia, el libro es la historia de un joven marinero de origen desfavorecido que, ciego de amor por una joven burguesa, decide hacerse escritor.
Por la calles de Oakland, Martin se ve involucrado en una pelea callejera, en la que acaba salvando a uno de los participantes. El bienaventurado resulta ser de origen aristocrático, y decide invitar a Martin a una cena, donde conoce y se enamora de Ruth, una chica mayor que él, universitaria y rica. Desde entonces, su amor pasional por Ruth le hace, poco a poco, adaptarse a las convenciones burguesas, al buen gusto y a la buena gramática; solamente a través de esos valores puede conquistar a su amada Ruth, que pese a que lo aprecia por su astucia y valentía, lo sigue viendo como un joven marinero amante de los Mares del Sur, que va de puerto en puerto bebiendo whisky, metiéndose en peleas y cortejando a mujeres.
El joven decide hacerse escritor y devorador de libros, dedicando día y noche a aprender y a crear obras, subsistiendo sin apenas medios económicos y casi sin comer. Pero sus tempranas obras, en las que Martin pone todo su empeño, acaban siempre rechazadas por los editores. Pese a su creciente erudición y voluntad en su futura profesión, Martin se encuentra solo en el mundo y se va frustrando cada vez más por su falto de apoyo. Ni las editoriales, ni su amada, ni su familia. Nadie lo entiende e incluso lo desprecian constantemente: todos le dicen que debe buscarse un trabajo y casarse, es decir, convertirse en un hombre de provecho en ese naciente capitalismo. ¿Cómo un pobre errabundo va a dedicarse a escribir si, además de inculto, no tiene un duro? Sin embargo, él cree firmemente en que logrará su cometido: ganar dinero mediante la escritura.
Bajo mi punto de vista, lo más notable de la obra es el proceso de aprendizaje autodidacta del joven Martin, el paso de ser un pobre gamberro a un ilustrado escritor, obsesionado con el conocimiento. Además, Martin es un individualista furibundo –un súperhombre Nietzscheano–, poderoso físicamente y con facilidades para aprender; se siente único, tiene un don, un talento innato debido a su indomable vida llena de grandes aventuras que le sirven para nutrir sus cuentos y novelas, a la vez que incorpora a pensadores como Spencer y Nietzsche.
Martin Eden es una excelente obra que recordaré toda la vida. En ella se presentan algunos grandes temas, como la lucha de clases entre obreros y burgueses y las ideas socialistas versus las individualistas. En el primer tema, Eden se sube al ascensor del capitalismo, y se da cuenta de que ser burgués no es solamente tener dinero; en el segundo tema, es acusado de socialista pese a creer firmemente en el individualismo. Y esta acusación lo acaba convirtiendo en un hombre famoso y rico, pero es incapaz de soportar su trágica carga del sufrimiento acarreado de su época de escritor. Martin se acaba despidiendo del mundo con sus queridos mares, en un final inolvidable.
«Al fin y al cabo, nunca había encontrado el lugar que le correspondía de manera permanente, porque siempre había encajado allí donde se encontraba, siempre había sido el favorito, porque se sabía imponer y tenía voluntad y capacidad de luchar por sus derechos y de ganarse el respeto. Pero nunca había puesto raíces en ninguna parte. Había encajado sólo lo necesario para satisfacer a los demás, pero sin que él resultase satisfecho. Siempre se había sentido perturbado por una sensación de inquietud, siempre había escuchado una voz que le llamaba más allá y siempre había ido de un lado a otro de la vida buscando, hasta el día que encontró libros, arte y amor»
“La belleza tiene un significado, pero antes no lo conocía”