Noviembre 2018
El sur de Francia se presentaba como un territorio conocido y desconocido a la vez. Al estar encima de Cataluña, ya sea por viajes familiares o escolares, o por el mero hecho de ser el país vecino, uno se había acostumbrado a saber algo de allí. Probablemente has oído hablar de Colliure, Carcassone y Toulouse, los clásicos. Esta esta vez la intención era hacer un ruta más costera e ir un poco más allá, desde Perpiñán hasta Marsella, pasando por Agde, La Camarga, Nimes y Montpelier, entre otros.
Se trató de un viaje corto (tres días) y con muchas horas de coche, por lo que tuvimos que administrar bien el tiempo, una cuestión bastante complicada cuando se está viajando; la propia atmósfera que generas te desconecta del mundo exterior, sumergiéndote en un espíritu de explorador. Viajar es, a fin de cuentas, descubrir otros lugares siendo maestros de la sospecha.
La visión desde Francia desde fuera está ampliamente compartida por el mundo. Vino, queso, moda, arte, baguette, croissant, amor, nacionalistas, Napoleón y república. Se les acusa de arrogantes y estúpidos, creyéndose por encima del bien y el mal. Cada identidad, eso es cierto, tiene una manera de pensar y actuar, y como todas, tiene atributos positivos y negativos. Aun así, desgraciadamente, los tópicos se suelen cumplir, sobre todo cuando estas identidades u/o nacionalidades están en grupo.
Seguramente un francés individualmente te parecerá una persona bellísima, pero al estar en grupo podrás observar otro tipo de estereotipos que le caracterizan (repito, tanto positivos como negativos). Con españoles, estadounidenses, italianos e ingleses, por ejemplo, te pasará lo mismo exactamente, observando sus características cuando la tribu prevalece. Pero sobre todo desde España, o quizás es la visión que más he visto, existe un ligero sentimiento anti-francés.
No hace falta remontarse a Napoleón o al episodio de los guiñoles. Simplemente, es una manera de ver general que se tiene, que se reproduce de generación en generación y que se va corroborando. ¿Es este estereotipo cierto? ¿A qué se debe? Hay gente que dice que los franceses se siguen considerando una potencia internacional de primer orden, herencia del periodo colonial. ¿Lo son realmente? ¿Cuál es el país más poderoso de Europa, Gran Bretaña, Francia, Alemania o Rusia? Hoy en día, Francia sigue siendo un país muy poderoso, pero han perdido fuerza en el tablero internacional.
Un pasado rico e imperial tiene una consecuencia en el presente. En la educación, en sus valores, en su visión republicana de la política; en Francia todo es francés. El idioma suena fuerte y poderoso, con una vocación unificador de per se. En este sentido, a lo francés se le tiene como algo más serio y ordenado. De hecho, Francia es como España, pero con un poco más de frío y donde casi todas las cosas funcionan un poco mejor. Y no me voy a ocultar: me gusta Francia.