Noviembre 2018
A las 8 de la mañana llegó mi amigo a recogerme a Montcada. Hacía frío, se notaba que el tiempo estaba cambiando. Nos metimos en el coche y partimos hacia el norte.
La primera parada fue en el pueblo catalán La junquera para poner gasolina, ya que al entrar en Francia el precio sube bastante. Por lo visto, todo el mundo para a poner gasolina en La junquera, ya que hay 15 gasolineras en un pueblo de 3000 habitantes. Situado a unos pocos kilómetros de Francia, esta pequeña urbe tiene varias peculiaridades. La descripción en francés de Wikipedia es la más desarrollada, más que en catalán o español ¿Casualidad? Efectivamente no. Personalmente, más allá del tema de los prostíbulos (que había oído varias veces) apenas conocía nada.
Más allá de su casco histórico, La junquera oculta muchas cosas. Al estar tan cerca de la frontera francesa, las interacciones con el país de arriba son más que frecuentes. A veces, estos sitios se convierten en una especie de parques temáticos, donde las diferencias legislativas marcan grandes pasos.
Ya sabéis, en Francia hay más dinero que en España y los bienes de consumo son más caros. Pues avispadamente, los franceses vienen a La junquera a comprar estos tipos de bienes. Casos de estos hay miles en el mundo, en los que cruzas la frontera para beneficiarte. Como los extranjeros que viven en Suiza y van a comprar pescado y carne a Alemania, o los suecos que van en barco a Estonia a beber alcohol. O el caso típico en Cataluña: el alcohol y el tabaco de Andorra. Pequeñas triquiñuelas de la vida cotidiana.
Así pues, la magnitud de La Junquera es tal que es la principal puerta de mercancías por tierra de Europa a España, en la que 11.000 camiones de diferentes procedencias para diariamente. Dicen incluso que se ha convertido en una pequeña Andorra, en la que los franceses vienen en masa –hasta en autobuses- a pasar un día de compras. Al aparcar para ver el gigantesco centro comercial vimos un autobús del que salían jubilados franceses. Al caminar por ahí, solo se escuchaba el glamuroso francés.
Además de ser un motor económico es también un gran centro de prostitución, en el que se encuentra el puticlub más grande de Europa, el Paradise. Dicho recinto tiene 2700 metros cuadrados y ochenta habitaciones. Y, como curiosidad, casi sufre un atentado debido a la guerra abierta que hay por el control de los prostíbulos.
La Junquera es realmente un caso muy paradigmático. De esos que los gobiernos y los poderosos conocen pero no quieren tocar. Grandes vacíos legales y misterios existentes en este pequeño pueblo catalán con complejo de paraíso fiscal. Ya no es únicamente un paraíso francés, sino una mezcolanza extremadamente bizarra que deja boquiabierto.