Enero 2018
Desde que soy pequeño, o bien desde que tengo uso de razón, siempre he seguido a José Mota. Recuerdo esos viernes noche dedicados a ver con mi madre y mi hermana Cruz y Raya, disfrutando de Blasa y el Morito Juan, así como tantos otros personajes creados y parodiados por el dúo de José Mota y Juan Muñoz.
A esa edad temprana, la mayoría de cosas seguramente no las entendía, pero la inocencia y la risa del niño que había en mí me hacían disfrutar.
Cruz y Raya, tras veinte años de emisión, se separó. Por lo que los humoristas decidieron emprender sus caminos en solitario.
Unos años más tarde, José Mota volvió con La hora de José Mota, con nuevas ideas y divertidos personajes, como el Cansino Histórico y el Tío La Vara. Y cual fan, seguí viéndolo, esta vez con un mayor entendimiento. De vez en cuando me pongo algún sketch antiguo, para reírme y evocar gratos recuerdos.
Además de esto, José Mota también dirige el especial de nochevieja, en la que en el reciente fin de año se emitió Bienvenido Mister Wan-Da, una divertida película basada en que la trama política formada por los cuatros grandes (Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera) y el Rey Felipe VI intentan convencer a Wan-Da (un empresario chino) para que invierta dos billones de euros en España.
El plan que tienen es contratar a José Mota para que realice un documental para convencer definitivamente a los chinos de la inversión.
El humorista es viral en China debido a un vídeo relacionado con una farola, con la que se choca repetidamente.
El argumento es sumamente interesante.
Está centrado en China, el principal socio comercial del mundo y el rival geopolítico de Estados Unidos en el sudeste asiático.
Los chinos, desde la mitología popular española, son vistos como seres extremadamente trabajadores y con una capacidad de generar dinero impresionante, penetrando en todas las esferas de la sociedad y en todas las regiones del mundo.
Están en los mercados, son silenciosos. Hacen sus estudios, desembolsan el maletín y se ponen a invertir. Los chinos están produciendo infraestructuras a lo largo del mundo. Desde las macro ciudades industriales en China, pasando por África (en la que son los mayores inversores), hasta la construcción de uno de los proyectos más ambiciosos de su política exterior: la Nueva Ruta de la Seda.
José Mota pone en evidencia el desconocimiento acerca de la sociedad y el quehacer chino que hay en España y, en general, en todo Occidente. Es por ello que el Rey propone a los líderes políticos estudiar en profundidad sus costumbres, para lograr unas mejores relaciones con el país.
En Occidente lo chino está creciendo, desde la gente interesada en su lengua hasta los institutos de estudios que analizan su política exterior. Esto refleja un interés, cada vez mayor, de lo chino, una anticipación de lo que viene. O más bien una adaptación de lo que hay, ya que lo chino hoy en día son oportunidades económicas para cualquiera.
A mi parecer hay un gran problema de perspectiva sobre aquello que llamamos Oriente, debido al eurocentrismo –u occidocentrismo- que impera en nuestras mentes. Tanto Oriente Medio como el Lejano Oriente (China y sudeste asiático) están completamente estereotipados e imaginados de manera arcaica.
Y más allá de lo que conozcamos, estos miles de millones personas son muchos más que los Occidentales y cada vez solicitan con ansia sus ganas del trozo de pastel en el mundo.
Sin ir más lejos, en Asia viven 4.600 millones de personas, mientras que en Occidente viven aproximadamente 1.000. Quizás deberíamos seguir relativizando culturalmente y entender que existen otras culturas en el mundo que actúan y ven el mundo diferente a nosotros, y que sobre todo, que cada vez tienen más importancia, y nosotros, por tanto, cada vez menos. Es un hecho: el protagonismo de Europa en el mundo que se está conformando es cada vez más irrisorio.
Por ello, el Rey y sus secuaces intentan buscar como sea la inversión china. El dinero es lo que necesitan, el cual va acompañado de una serie de condiciones, materializadas en presiones y deudas eternas e impagables.
Básicamente como lo que hace Alemania con las economías del sur de Europa: O hacéis lo que os digo o os dejo de prestar dinero. Y prestar significa que a largo plazo me tendréis que pagar, cueste lo que cueste.
Dichas presiones se ven constantemente a lo largo del especial, poniendo el máximo ejemplo de la farola antes mencionada, que hace al hijo de Wan-Da -un infantiloide ricachón y caprichoso- reírse a carcajadas. Las farolas aparecen en todos los sketches de la película que está rodando José Mota, para convencer a los chinos de la inversión.
Más allá de la temática china también hay múltiples escenas en las que se habla de los típicos problemas españoles, siempre remarcando el toque político y el espíritu progresista del humorista español. Sea el procés, sea el machismo imperante en los medios de comunicación, sean los rifirrafes entre Juan Carlos Monedero y Eduardo Inda o las dificultades de acuerdos entre los cuatro líderes de los principales partidos.
La película acaba con la coronación pública de Wan-Da, aunque en realidad se trata del Rey Felipe VI con una máscara.
Es decir, los chinos invierten en España y, además, la coronación resulta ser falsa, en la que el complot de las altas esferas españolas vence a los chinos, gracias a una jugada maestra. Con todo esto se muestra la dualidad de la política internacional entre amigos y enemigos, en la que al final priman los intereses nacionales.
La película de José Mota nos muestra también el futuro devenir y la disputa –o cooperación, según se mire- con la todopoderosa China, cada vez más presente. Y el humor, al fin y al cabo, nos puede servir para entender nuestra realidad y las relaciones internacionales.