El Túnel (1948) de Ernesto Sábato

Diciembre 2020

El Túnel (1948) de Ernesto Sábato es una novela psicológica basada en la historia de Juan Pablo Castel, un huraño e irritable pintor que se obsesiona con la enigmática María Iribarne, una chica que contempla uno de sus cuadros con detenimiento. Desde ese momento, el protagonista da inicio a una maníaca persecución “de lo inalcanzable” que acaba desembocando en el asesinato de María. La novela explica a la perfección este turbulento proceso, fruto de la “soledad insalvable” de Castel.

Juan Pablo Castel es un hombre solitario (considera a su soledad “olímpica”) y con talento, que odia a los críticos de arte y desprecia a las masas; “en general, la humanidad me pareció siempre detestable”, dice el protagonista. Pero también se desprecia a él mismo, y es acuciado por el dolor y la desesperanza; sus miedos le persiguen constantemente.

Los análisis psicológicos del pintor Castel son brutales; cada uno de sus pasos y cavilaciones merece una refinada –y existencialista– reflexión. En ocasiones me recordaba a “L’etranger” de Albert Camus, en aquella búsqueda del sentido de la vida, pero que no logra aparecer. Sin embargo, Castel, pese a su pesimismo existencial, es muy proactivo en sus fines y se deja llevar por la extraña pasión por Maria, a la que le dice: “Siento que usted será algo esencial para lo que tengo que hacer, aunque todavía no me doy cuenta de la razón”. A primera vista parece tratarse de amor, aunque oculta muchas otras cosas; seguramente su propia esquizofrenia.

Castel experimenta celos y odio por Allende y Hunter al descubrir que también se relacionan con la incomprensible Maria, una mujer libertina, ciertamente encandiladora, creadora de silencios. Todo esto desespera al protagonista de “El Túnel”, que va perdiendo la paciencia hasta que comete el crimen.

“El túnel” de Sábato es un magnífico libro psicológico, tenso y dramático, muy adictivo, que bajo la apariencia de un relato policial desenmascara el enrevesado y enfermizo comportamiento de Castel, que le lleva a un “túnel” sin salida, un camino solitario. “Mi cabeza es un laberinto oscuro. A veces hay como relámpagos que iluminan algunos corredores. Nunca termino de saber por qué hago ciertas cosas”, dice Castel a María.

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