Agosto 2016
Cuando veía botellas de Heineken o helados Nestlé en algunos establecimientos significaba que Cuba tiene relaciones comerciales con esas empresas multinacionales europeas.
Pero la política internacional es mucho más compleja. Pensar en términos individuales (“yo haría”) es imposible cuando hablamos de Estados; estos son los actores más poderosos del sistema internacional. Lord Palmerston, un importante político británico del siglo XIX, pronunció está frase: “Las naciones no tienen amigos ni enemigos permanentes, solo intereses permanentes”. ¿Hasta qué punto es cierto?
Pero vayamos al kit de la cuestión. Cuba ha sido, sobre todo en el periodo de Guerra Fría, un elemento distorsionador del sistema internacional. En comparación a sus países vecinos, que sufrieron golpes de Estado y expolio económico, Cuba plantó cara a los norteamericanos y sirvió de referente a toda latinoamérica en su lucha contra el imperialismo.
Después del triunfo de la Revolución y la nacionalización de los medios de producción, los americanos establecieron un bloqueo económico total sobre el país. La confrontación Cuba – Estados Unidos fue constante.
La perla del Caribe se convirtió, tras los sucesos de Playa Girón y Bahía Cochinos, en uno de los principales aliados de la Unión Soviética, siendo así su satélite geopolítico por excelencia en América Latina. Fidel Castro se declara definitivamente socialista. Famosa fue la crisis de los misiles de octubre de 1962, el “momento más tenso de la historia”, como dicen algunos. Las relaciones políticas, militares y económicas (venta de azúcar principalmente) fueron constantes en ese periodo.
Cuando hablaba con un cubano sobre el tema, explicaba el cariño que le tenían a los rusos por todas las ayudas que les habían proporcionado.
Después de la caída de la URSS, las relaciones entre los dos países desaparecieron. El vínculo socialista-revolucionario desapareció, Rusia tomó otro rumbo y entró en una grave recesión. La pérdida del gran aliado también sumó a Cuba en una grave crisis -periodo especial en tiempos de paz- y en un aislamiento internacional.
El bloqueo económico de Estados Unidos se hizo más fuerte a partir de ese periodo, empeorando aún las relaciones entre ambos países. Cuba comenzó entre finales de los ochenta y principios de los noventa a cambiar su modelo económico y adaptarse así a su supervivencia en un capitalismo cada vez más globalizado. Cuba comenzó a reinventarse a partir de 1997, incentivando el turismo y la inversión extranjera, así como estableciendo relaciones con la Venezuela de Chávez.
Las relaciones con Estados Unidos se mantuvieron muy tensas hasta la visita de Obama en 2014, durante la cual ambos países se comprometieron a mejorar las relaciones económicas y diplomáticas. El bloqueo económico sigue en pie, aunque de manera menos pronunciada. Por ejemplo, desde este verano existen vuelos comerciales entre Cuba y Estados Unidos. Antes no se podía volar a la isla haciendo escala en aeropuertos estadounidenses.
Un día paseando por el Malecón en La Habana vimos la contundente embajada de Washington. Otro tema que sigue siendo muy polémico es el de la base naval de Guantánamo, situada en el sur de la isla, acusada de una violación sistemática de los derechos humanos.
La influencia de los norteamericanos es cada vez más palpable. Taxis, pañuelos, camisetas, pantalones y gorras con la bandera de las 50 estrellas se observan constantemente. Se escucha frecuentemente música hip hop americana y se ven videoclips rodados en Miami en yates y mansiones de lujo de reguetoneros cubanos. Cruceros que paran en el puerto de La Habana. Gente que adora Estados Unidos.
Aun así, la relación entre ambos países separados por un canal marino de apenas 100 kilómetros es de amor y odio. El discurso del bloqueo y el imperialismo es muy común entre los cubanos.
Internet esta cada vez más presente. Lento y en ciertas zonas, sobre todo en parques, llenos de turistas y cubanos que desean conectarse. Para poder entrar a Internet uno necesita una tarjeta ETECSA, la empresa de telecomunicaciones del estado, que cuesta 2 CUC en tienda y 3-4 si te lo venden por la calle y dura una hora. En ella tienes un código y una contraseña larguísima. Dependiendo del móvil, puede costar bastante conectarse, pero casi todo el mundo lo acaba consiguiendo. Desde el 1996 existe conexión, pero solamente desde hace muy pocos años la ciudadanía puede conectarse.
La política exterior cubana es conocida mundialmente por su altruismo y por su cooperación internacional al desarrollo. Me compré un libro llamado Cooperación vs Cooperación. Ayuda Oficial para el Desarrollo, de Roberto Smith, en el que se hace una investigación sobre las diferentes realidades de la AOD.
El autor explica que la cooperación internacional de los países occidentales “tiene un desempeño especial en su estrategia general para mantener y ampliar su influencia en los receptores”. Desde la Revolución, comenta Smith, “un país pequeño, subdesarrollado y bloqueado, ha sido trascendental en el apoyo al vencimiento de la expresiones más perseverantes del subdesarrollo en los países del tercer mundo a través de la cooperación”.
Es decir, la política exterior cubana está marcada por un énfasis en la solidaridad con países subdesarrollados, dándole mucha importancia a la cooperación sur-sur. Algunos dirán que el país lo hace para “quedar bien y no fijarse en sus asuntos internos” o para “propagar revoluciones en otros países”, pero lo cierto es que su cooperación al desarrollo ha sido constante y ejemplar en muchos aspectos, pese a la carencia de recursos que tienen.
Cuba, por ejemplo, fue el mayor impulsor de la lucha contra el ébola en la crisis ocurrida hace un par de años y ayudó a poner al fin al Apartheid sudafricana. La de misiones en las que ha participado el país, sobretodo en la época de la Guerra Fría- en materia de ayuda humanitaria, enviando médicos y centros hospitalarios, en catástrofes naturales y conflictos, es enorme.
Para concluir, trataré el tema de la inmigración en Cuba. Comúnmente se dice que “todos los cubanos se quieren ir”, pero ¿hasta qué punto es cierta la afirmación y qué esconde detrás? Durante los 30 días que estuve en Cuba me encontré a mucha gente que no quería irse del país y que vivía feliz en él, aunque también hablé con gente que sí quería marcharse.
Conocí a una que estaba tramitando la nacionalidad española para así poder ir luego a México y cruzar la frontera para llegar a EEUU. Para que un cubano pueda salir de la isla necesita disponer de un pasaporte (muy caro para ellos), un permiso y el dinero necesario para viajar. Hasta hace poco tiempo, estas leyes eran bastante más restrictivas, enfocadas de acuerdo a la seguridad nacional del país. Sí que es cierto que existe una diáspora cubana, sobre todo en Estados Unidos (1,5 millones, la mayoría en Florida) y en España (130.000 aproximadamente).
Pero vamos a ir más allá para comprender mejor el fenómeno. Según Antonio Aja en Al cruzar las fronteras, tenemos que saber que Cuba es un país de migrantes. La mixtura cultural de norteamericanos, españoles, franceses, jamaicanos, puertoriqueños, asiáticos y etcétera es importante.
Con la Revolución, los patrones migratorios cubanos se rompieron, “con lo cual cobraron un protagonismo central los elementos políticos y económicos motivados por la propia evolución del proceso revolucionario”. A partir de allí, muchos sectores abandonaron Cuba, sobre todo la burguesía cubana, cierta clase media y amigos del régimen de Batista. En los años sesenta se registraron casi 400.000 cubanos en Estados Unidos. En las tres siguientes décadas, se fueron una media de 150.000. En general, la inmigración de Cuba a Estados Unidos ha sido notoria, pero no constante, sino por épocas.
En los años noventa, por ejemplo, el “periodo especial” y la mala situación propiciaron el fenómeno. Cabe decir que el hecho de la existencia de una diáspora tan grande es una factor negativo para el país, famosas son las balsas cubanas. Es peligroso incluso para su estabilidad y su seguridad nacional. Es decir, un país no puede permitir que todos los ciudadanos se vayan a otros a vivir.
La facilidad que tiene un cubano para obtener residencia norteamericana -bajo el supuesto de refugio político– dista mucho de la realidad que viven los millones de inmigrantes mexicanos.
Aja comenta que “La esencia de Cuba como un país de migración, muestra que todos los cubanos son actores o se relacionan de diversas formas con la migración. Descendemos de inmigrantes y nos vinculamos con los que emigran desde la Isla a través de fuertes relaciones familiares y personales; las circunstancias históricas y de la vida política marcan la conformación de una cultura de la emigración, en un mundo donde la movilidad de la población a escala internacional constituye uno de los problemas globales de mayor complejidades”