Abril 2020
Castellio contra Calvino: conciencia contra violencia (1936) de Stefan Zweig. Un buen ensayo sobre la tolerancia, un manifiesto por la libertad de “los hombres de espíritu”. Con elocuencia y pasión, el prolífico escritor vienés narra la historia del ascenso al poder del sátrapa Calvino en la época de la Reforma protestante, que convierte a Ginebra en una dictadura teológica. En un momento en que las diferentes Iglesias se pelean entre sí y se queman a herejes en la hoguera (como al quijotesco Servet), aparece el librepensador Castellio, para plantar cara a Calvino y abogar por la libertad del espíritu y la tolerancia, humanismos que no existen en esa desordenada y sangrienta Europa del siglo XVI.
Sin duda alguna, “Castellio contra Calvino” es un ensayo-culebrón muy recomendable, que habla de las disputas bíblicas del cristianismo, de la desconocida historia de Castellio (de aquellos que escriben en la sombra y buscan la paz) y de los peligros de aquellos que proclaman liberar al pueblo para convertirse luego en tiranos (un clásico en toda la historia).
Juraría que leí partes del libro cuando estudiaba en la Universidad, en una asignatura con Quim Brugué. Esta vez me ha gustado más, y me ha hecho relacionarlo con el corona virus, como con todo en nuestras vidas.
Es como si el covid19 fuese la locura de Calvino en Ginebra, el microbio del fanatismo y la intolerancia. Con la excusa del virus se crea un sistema de control (creado en base a la tecnología y a los vecinos) y la represión (las multas de la policía). Si interpretas mal la biblia, el ostracismo o la hoguera te espera. Si sales a pasear individualmente, pagas 600 euros. El primero es un autoritarismo irracional basado en la interpretación de la fe; el segundo es un autoritarismo sanitario para frenar la curva esa de los cojones y no saturar el sistema sanitario, pero que sin embargo, permite un semidesconfinamiento en aras de la economía. Sé que el paralelismo es un poco maléfico y demagogo, pero lo sorprendente, sin embargo, es que estamos en “democracia” y que la voluntad general es el #quedateencasa y el aplauso de las 8. Obviamente toca quedarse en casa y hacer lo posible para frenar esto, pero es interesante divagar en cómo podemos ser tiranos y librepensadores a la vez en tiempos en los que los niños son armas biológicas