En el cristianismo el domingo es el día de descanso y en Elea era el único día en el que no se trabajaba. La religión ortodoxa es la dominante en Grecia, con 10 millones de creyentes, lo que constituye el 90% de la población.Hay una gran cantidad de iglesias ortodoxas en la ciudad. Mucha gente cuando pasa por delante se santigua. El cristianismo ortodoxo siempre me ha producido una gran curiosidad a raíz de mis viajes a Europa del Este. Recuerdo una frase de Kaplan que hablaba que la principal función de las iglesias ortodoxas era reforzar la identidad de sus países para “diferenciarse” de Occidente y hacer más duro su carácter eslavo. Pero ni todos los eslavos son ortodoxos ni todos los ortodoxos son antioccidentales. Una religión es, por ende, una manera de articular un orden social; todo está influenciado: valores, política, economía.
El choque de civilizaciones intenta mostrar una confrontación entre el mundo eslavo, ortodoxo y más oriental y dependiente del clan y la familia, y el mundo occidental, que había abrazado los valores del humanismo y la ilustración, es decir, la democracia. Según muchos intelectuales americanos, la religión ortodoxa, con sus implicaciones en la vida privada y la política, hace prácticamente irreconciliables a ambos mundos. Esta ruptura de religiones radica hace mil años atrás, cuando se produce el Cisma de Oriente en el año 1054, separando a ambas iglesias. Para seguir con el ritual folkórico, me compré un komboskini de recuerdo, un rosario griego. Era muy común en Atenas ver a gente pasear con uno de esos cordones para rezar por la calle.
Seguidamente estuvimos paseando por Omonia y luego por Exharquia. El ambiente era agradable. Eran las 14.00 y ya comenzaba el fuego en la plaza, a la vez que te ofrecían droga a cada paso. Según recuerdo, la marihuana albanesa iba más cara que la griega. Había un pequeño mercadillo donde adquirir libros en griego, comida y alguna cosa más. Comimos arroz afgano por un precio económico en un restaurante donde la gente consumía shisha y fumaba (en Grecia está permitido fumar dentro de los locales). En Exharquia la legalidad es relativa. Es un barrio contestatario donde las leyes estatales no se cumplen. Dentro del orden social que se respira hay varios aspectos curiosos, como la gran cantidad de vendedores ambulantes de tabaco o la múltiples casas okupas. Es un barrio que combina muchas cosas: un carácter antisistema, un lugar de acogida de inmigrantes y una intelectualidad bohemia.
Creo que debe ser el barrio con más densidad de grafitis del mundo. Hay tiendas de música a tutiplén. Es un barrio donde no va la policía y cada semana hay disturbios entre los cuerpos de seguridad y los cócteles molotov. Mini guerrillas anarquistas griegas detienen los pasos de la policía. Un desagradable gas pimienta permanece en las calles tras las reyertas, que si no estás alerta puede provocarte un pequeño desmayo o escozor en los ojos. En Exharquia, como me dijo un amigo que se había desmayado dos veces debido al gas pimienta, protect yourself.
En Exharquia hay un bonito mirador llamado Lofos Strefi desde el que se puede contemplar a toda Atenas, y que tan solo se encuentra a diez minutos de la plaza principal del barrio. Un día eran las cuatro de la mañana y bajábamos un grupo del mirador, y de repente escuchamos música muy alta. Se estaba celebrando una macro flat party en un supuesto piso okupay realmente había muy buen ambiente; entramos un rato. Otra cosa que me llamó la atención en Exharquia fueron los bares, ya que muchos de ellos se encuentran en el segundo piso.
Una noche en Exharquia una mujer griega, sentada en un banco contemplando el fuego rodeado de bereberes argelinos, se puso a hablar conmigo. “Europa estaba perdiendo su poder en el mundo y que apenas tenía futuro. Los árabes tienen el petróleo y por tanto dominan. Mira los rascacielos de Dubai, ejemplo del progreso del petróleo. Grecia, sin embargo, está sumida a la miseria, no hay trabajo y el estado está corrupto y fallido económicamente”. La mujer me reiteró, al igual que los refugiados, que hacer un voluntariado en Grecia no es lo mismo que vivir en ella. Le estuve dando vuelta a esa rotunda y cierta afirmación.
Los frappés, un café espumoso con hielo, llevan años desterrando a los cafés tradicionales griegos, cuestión que pone de los nervios a Markaris. Había mucha gente tomándolo y probé uno. No estaba nada malo, aunque con el frío que hacía fue una mala decisión. |
Recuerdo un día con un agradable sol invernal. íbamos a quedar con unas amigas kurdas. En esa tarde visité el monte Likavetus, cerca de una de las zonas ricas de la ciudad, desde el que se contempla la inmensidad de Atenas. Luego cenamos un sabroso shawarma en un restaurante sirio. Tomamos la coca cola con pajita, tradición bastante extendida por esos lares. Esa tarde junto a las chicas kurdas estuve reflexionando mucho acerca del concepto del tiempo. En los países más desarrollados todo se hace al momento y las esperas no existen, mientras que los menos desarrollados están más acostumbrados a la lentitud, sea administrativa o en negocios privados, pero en general, en la vida diaria. La vida de un refugiado es lenta y con pocas variaciones.
Las dos semanas que viví en Omonia me enseñaron mucho de lo que es vivir en un barrio deprimido. Es una especie de centro pobre de la ciudad. La plaza principal es gigantesca y conecta grandes avenidas de la ciudad. Está rodeada de grandes hoteles y hay una gran actividad económica alrededor de ella. Muchos de los refugiados hablaban del barrio como uno de los lugares donde ir a socializar e ir de compras; los alrededores de la plaza están repletos de tiendas y mercadosdonde comprar antigüedades, cueros y un largo etcétera. Es parecido a Monastiraki, pero más descontrolado y para gente humilde. No se veían turistas. Algunas de las puertas del metro de Omonia estaban abiertas. En Atenas el sistema de metro y buses es (o parece ser) gratuito. Poca gente paga.
Omonia es desde los años noventa es uno de los centro del narcotráfico y la prostitución, donde constantemente hay disputas entre mafias. Nuestra pequeña habitación se encontraba en esa especie de ojo del huracán, pero en la que no sentimos sensación de peligro en ningún lugar. Podías ver a policías armados y grandes furgones de andisturbios (que supongo que irían a guerrear a Exharquia), ya que en Omonia está una de las comisarias principales de la ciudad. A la vez, se veía a gente en muy mal estado por las calles y un profundo deterioro de la vida y las infraestructuras. Si desde Omonia ibas hacia el norte te dirigías igualmente a las zonas deprimidas de la ciudad, a barrios como Victoria, conocido entre otras cosas por ser el drug market. Había un par de calles en ese barrio que destacaban por una gran presencia de heroinómanos pinchándose. Jamás había visto algo tan deprimente. Un amigo refugiado me explicaba que odiaba Omonia, que era el criadero de yonkis y prostitutas y que había tenido malas experiencias con ellos.
Una tarde, después de acompañar a un amigo que tenía ir al hospital, fuimos al barrio de Kipseli, con mejor fama y conocido por ser el barrio de los africanos. Tenía una grande avenida con locales de ambiente y la presencia de yonkies era menor. Era bastante más agradable que Omonia y Victoria. Acabamos comiendo en un restaurante congoleño un enorme plato de pollo con verduras por un módico precio.