Bartleby, el escribiente (1853) de Herman Melville

Agosto 2020

Bartleby, el escribiente (1853) es un cuento corto del errante Herman Melville (el autor de Moby Dick) que narra la relación entre un abogado jefe y el escribiente Bartleby en una oficina de Wall Street, acompañados de Ginger Nut, Turkey y Nippers, otros empleados. La historia va de la excéntrica personalidad de Bartleby, un hombre tremendamente profesional que trabaja día y noche copiando escritos, que solamente se alimenta de galletas de jengibre, que no interactúa con nadie y se dedica únicamente a responder con un “preferiría no hacerlo”.

Esta elegante pasividad del escribiente, una “cadavérica y caballeresca despreocupación”, hace al abogado jefe desesperarse y pasar por todo tipo de estados psicológicos -desde la rabia hasta la compasión-, y nunca sabe exactamente qué hacer con el misterioso Bartleby, ya que “nada irrita tanto a una persona seria como una resistencia pasiva”. El “joven pálido y amanuense” solo trabaja y sobrevive, no hace caso a nadie, cumple con su acometido, hasta que un día decide parar de copiar y se dedica a contemplar un muro.

“Bartleby, el escribiente” es uno de los cuentos cortos más conocidos de la literatura contemporánea y según he leído es uno de los precursores del existencialismo y de la filosofía del absurdo; Kafka se parece bastante por su crítica al hastío de la administración y Camus se inspiró en este autor. Pese a lo corta y aparentemente sencilla que es la novela, su interpretación es muy variada. ¿Es Bartleby un revolucionario que ignora lo que dice su patrón? ¿Es un nihilista? ¿Es un hombre deprimido? ¿Es la metáfora de un escritor frustrado?

Un cuento que me ha encantado y que lo recomendaría a cualquiera. Responder a tu jefe con un “prefería no hacerlo” en vez de con un «no», parece ser una buena opción para salirte con la tuya.

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