Julio 2020
Ampliación del campo de batalla (1994) es una novela del escritor francés Michel Houellebecq con un gran parecido a “El extranjero” de Albert Camus. La angustia existencial de Meursault aquí se transforma en la deprimente vida de un ingeniero informático soltero de treinta años, que pese a su favorable posición económica se siente hastiado de la sociedad y piensa constantemente en sus desdichas y en su fracaso vital. La crítica y misógina pluma de Houellebecq añade una dosis de humor y sarcasmo que lo hacen una lectura entretenida, a la vez que dura, cruda y directa; nadie se salva en este mundo decadente, podrido e hipócrita. El campo de batalla para Houellebecq es la lucha de clases, y la ampliación es el sexo.
Michel Houellebecq tiene una gran capacidad para desgranar la podredumbre del hombre –y mujer– moderno occidental, a aquellos que detrás del supuesto éxito social esconden secretos oscuros. En este caso, la narración del libro se articula en torno a la aburrida vida del protagonista y sus comentarios críticos contra la sociedad y contra él mismo. El ingeniero va relatando sus encuentros con la gente de su alrededor, a la que no duda en menospreciar por su gordura, fealdad, afición al psicoanálisis o poco éxito sexual. Y es que para Michel Houellebecq hay dos sistemas, el liberalismo económico y el liberalismo sexual; el primero, hace que unos tengan mucho y otros muy poco (el liberalismo hoy consiste en pedir por Glovo, ver películas por Netflix y escoger 15 tipos de leche de soja); el segundo, que unos follen mucho y otros solo se masturben. Todo es o bien Marte (mundo masculino basado en dominación, dinero y miedo) o bien Venus (un mundo femenino basado en la seducción y el sexo).
Ha habido dos pasajes que me han gustado especialmente; uno habla sobre lo humillante que es perder el coche debido a una borrachera, y encima denunciar que te lo han robado; el otro es sobre la adquisición de una cama, el lidiar con el vendedor para decirle que estás interesado en una cama de 90 en vez de en una grande (¿cómo decirle al vendedor que duerme solo y no necesita una cama grande?). Pero en general, su descripción de su patético amigo Tisserand es brutal, así como sus conversaciones con su amigo cura Jean-Pierre Buvet, que tienen un aire a las de Meursault y el cura en “El extranjero”. Su amigo Buvet, que ha encontrado en la religión católica un camino en la vida, dice lo siguiente: “nuestra civilización sufre de agotamiento vital. En el siglo XIV, cuando las ganas de vivir eran enormes, la cultura oficial ponía el acento en la negación de los placeres y la carne, recordaba con insistencia que la vida mundana solo ofrece alegrías imperfectas, que la única fuente verdadera de felicidad es Dios”, a lo que interiormente el protagonista responde: “Tenemos necesidad de aventura y de erotismo porque necesitamos sentir que la vida es maravillosa y emocionante; es obvio que hasta cierto punto lo dudamos”.
“Ampliación del campo de batalla” es la segunda novela que leo de Houellebecq, y tengo que decir que es un gran libro pese a la dureza y depresión que desprende. Su toque antisistema me gusta, pero su visión del mundo es extrema; aunque al fin y al cabo, se trata de una novela. Concluyo esta reseña con otro párrafo nihilista de este cuasitrágico escritor: “He vivido tan poco que tengo tendencia a imaginar que no moriré; parece inverosímil que una vida humana se reduzca a tan poco; a regañadientes, creemos que tarde o temprano pasará algo. Terrible error. Una vida puede ser perfectamente vacía y a la vez breve. Los días pasan miserablemente”. Hoy en día, los algoritmos solo joden un poco más nuestra existencia.